2011

Nosaltres, els valencians

Publicado el viernes, 2 de diciembre de 2011

"Ya sabes cómo son estos valencianos", le dijo un lisboeta a un ourensano. Ambos, que por cierto trabajan en Vigo y cuyos padres ni siquiera son de Galicia, iniciaron con complicidad una conversación en la que yo era la forma más rápida de romper el hielo. Dos personas viajadas y sagaces cuya opinión general sobre el pueblo valenciano arrojaba más sombras que luces.

Esto es así: uno es de Aranda de Duero y nadie duda de su calado moral; uno es de Oviedo y me quito el sombrero; uno es de Mérida y le felicito. En cambio, uno dice que es de Alicante y está fastidiado. Desde que resido en Galicia, noto que esto pasa con mucha frecuencia. Para todos los que siempre habéis vivido al calor de la terreta, de Vinaròs a Torrevella y de Xàbia a Utiel; lo que digo os sonará a ruso, pero es bien cierto: los valencianos tenemos muy mala fama.

Supongo que el hecho de llevar por aquí tres años hace que las lenguas de las personas que conozco se relajen. El proceso es siempre el mismo cuando digo que no nací aquí y sigue cuatro estadios bien marcados, que avanzan con mayor o menor rapidez según la confianza:
  • Indagación: "¡Ah! ¿Eres de Valencia?".
  • Admiración: "Estuve en Valencia hace X años y me encantó cómo quedó la Ciudad de las Artes, ¡cuánto ha mejorado Valencia!".
  • Contención: "La verdad es que en Valencia habéis abusado mucho de la construcción y cuando fui vi a gente por la calle sin camiseta". 
  • Confesión: "No pareces valenciano. Todos los valencianos parecen salidos de la Ruta del bakalao, amantes del tuning y votantes del PP".
Siempre me he sentido orgulloso de ser valenciano. No del estereotipo de valenciano discotequero o del promotor inmobiliario sin escrúpulos, que a estas alturas de la jugada ya no sé si es mayoritario o minoritario. Al final, el magnífico ensayo de Joan Fuster titulado Nosaltres, els valencians, nos da la respuesta. Los valencianos en conjunto somos una sociedad dual que, dejando a un lado los problemas identitarios que arrastramos como pueblo, nos hace únicos. Capaces de aupar al PP a una mayoría absoluta amplísima y de recorrer el mundo con Obrint Pas en el iPod. Muy nuestros, vamos.

En imagen, unas naranjas  hacen equilibrios antes de convertirse en el primer zumo de la temporada, previsto para mañana. Imágenes como ésta nos recuerdan que también hay cosas buenas por el Levante feliz.

La prueba de la linterna

Publicado el sábado, 26 de noviembre de 2011

Recuerdo prácticamente como si fuera ayer quién y cuando me dio aquella linterna híbrida de doble foco halógeno. Un aparato publicitario, de la extinta Caixanova, pero preparado para socorrer en cualquier situación. Fue Chus, mi jefa en la Oficina Principal, en una limpieza de objetos de merchandising ya anticuados. Al ver que funcionaba con pilas y un mecanismo autogenerador, no dudé en encontrar un lugar para ella: el coche. "Nunca sabes cuándo tendrás que cambiar una rueda, cuando te será útil", pensé y sigo pensando.

El sábado madrugué como cada mañana para acompañar a Cris a por el coche. Tenemos por costumbre aparcar en el Castro, a las faldas de la montaña. Un sitio recurrente y sin civilización cerca, pero muy frecuentado a cualquier hora. Un sábado más enfilábamos la eterna cuesta que es esta ciudad, hasta comprobar como un policía local se detenía al lado de cada coche. Dos coches detrás del nuestro lo alcanzamos. "¿Se puede aparcar aquí agente?", pregunté, que tan pronto y sin carnet encima puedo llegar a ser muy cortés. "Sí. ¿Es alguno de éstos vuestro coche?", replicó. "El blanco, ¿por qué?", inquirí ya con cierto mal presentimiento. "No, por nada. Comprobad porque creo que os han roto la ventanilla", dijo con toda la tranquilidad del mundo.

Al nuestro y a cuatro más. Cristales por doquier, todo revuelto y nada de menos. No se habían llevado ni la moneda del carrito de la compra. Echaba de menos unas gafas de sol, que al final no estaban ahí. Un bluetooth infrautilizado, más tarde. Ni siquiera la radio (una antigualla de los noventa) o un CD, (porque no tenía). Es lo que tiene un Ford Fiesta del '96, que no alberga grandes tesoros.

Y así empezó un periplo de un día entero con visitas varias a la Policía nacional, a la Policía científica, a la Policía local y a Carglass. Por momentos, se ampliaba la cifra: "dicen que son 12", para luego sugerir "casi 20 he escuchado". Alguien incluso esbozó un "25 me han comentado". Al final, 21 coches, pero los cogieron.

Presentando la denuncia salió, de una caja con iPods, radios, navegadores, cargadores varios e incluso ropa sin estrenar de Decathlon; la linterna. Me sumí en un gozo desmesurado que la agente no podía entender y que, por cierto, conecta a los detenidos directamente con mi coche y con la luna quebrada. Habrá un juicio y tendré que presentarme acompañado de la prueba. Y entonces sabré que la linterna de Caixanova que me regaló Chus habrá sido muy útil.

En imagen, la protagonista de esta entrada. Por cierto, tengo el deber de custodiarla para cuando sea requerida, algo que me fastidia bastante. Cualquiera la vuelve a dejar en la guantera y que desaparezca...

Ni a Epi, ni a Blas

Publicado el sábado, 12 de noviembre de 2011

Días atrás me encontré con unos cuantos muñecos de gomaespuma por el centro de Vigo. Eran una versión de Epi y Blas a tamaño natural y en movimiento. Repartían cuartillas y recorrían las calles en coches empapelados. Sin mediar palabra, me dieron un folleto impreso en un A5, en blanco y negro y a dos caras, y siguieron a lo suyo. La gente miraba con extrañeza el papel, como quien espera información sobre la llegada del circo a la ciudad o de un mercadillo solidario. Nada más lejos, las pocas líneas escritas venían a decir que no todo se acaba en PP y PSOE, que se puede votar a otros partidos, en blanco o nulo.

Éstas son las primeras elecciones que voto en Galicia de manera presencial. Hasta ahora, al resistirme al empadronamiento en Vigo, no me quedaba otra que acercarme a Correos y cumplir con los trámites para que mis papeletas volaran hasta la calle Lanjarón de Alaquàs. Un bonito viaje de 1.000 kilómetros con escasa relevancia, un derecho que sale carísimo. Pero el próximo 20-N me dejaré caer, cuatro años después, por un colegio electoral.


La verdad que estas elecciones están siendo muy descafeinadas. Todos damos por seguro que el PP va a arrasar (yo creo que va a superar los 200 diputados, sin casi esfuerzo) y el descalabro del PSOE va a ser escandaloso. El esperado cara a cara fue una pantomima de reproches, condimentado con olor a rancio y en que el ganador lo hizo por puntos, casi por desgaste del rival y sin mover una pestaña. Dónde va a parar lo animada que estuvo la velada en las redes sociales, como últimamente viene siendo habitual. El resto de partidos seguirán quedando en un segundo plano, apelando al clásico voto útil de los mayoritarios en sus dos vertientes: "que viene el PP y recorta" o "que viene Rubalcaba, que es Zapatero, y de esta no salimos". Así nos luce el pelo.

Vigo parece que va a ser el centro de la irreal batalla en Galicia. O así lo demuestra que Rubalcaba nos visite el lunes (en su único acto de campaña en Galicia, después de dejar plantada a A Coruña), mientras Rajoy lo hará también en exclusiva el martes. Y digo que la batalla es irreal, porque aunque Vigo es la segunda ciudad por número de habitantes gobernada por socialistas después del 22-M (detrás de Zaragoza), la hegemonía popular es incontestable. Con Feijóo al frente de la Xunta, el PP ha encontrado un saco de votos que parece no tener fondo. Según el CIS, Rajoy sumará 15 (cuatro más que en 2008), mientras que el PSOE se quedará con 6 (cuatro menos que en 2008) y el BNG conservará sus dos diputados.15 de 23, ríete tú de Murcia.

En imagen, un panel con carteles. Aunque me han dicho de que no es generalizado, la contención parece que marca la campaña en esta ciudad: casi sin vallas, sin banderolas, sin reparto de regalos y sin coches pasando a todas horas. Lógico, con la que está cayendo.

Desconexión

Publicado el sábado, 1 de octubre de 2011

Desconectar: dícese de ese bello placer de estirar del cable que alimenta la rutina. O desactivar el piloto automático para volver a disfrutar de las turbulencias. O quitarse las gafas de sol cuando acaba el verano. O someter a la lengua a experimentos gustativos inimaginables. O equivocarse en el primer cruce y volver a trazar el camino. O, sencillamente, olvidarse de las noticias, de las obligaciones y de los problemas.

Así es como, un año más, me siento. El ocaso estival es, por segunda temporada, el inicio de mis días de asueto. No soy animal de playas y sí de ciudades y temas pendientes, ese tipo de cosas que se pueden posponer hasta el fin de septiembre. Ahora que alguien canta aquello de que "no quedan días de verano", me decido a convertir la estación de las hojas amarillas en un verano. Y aunque este año no habrá excursiones endulzadas con gofres y chocolate o regadas con cerveza, tengo un buen plan. Empezó con unos días descubriendo el Señorío de Molina, continúa en Alaquàs i contornada y remata con la siempre convincente Portugal, en su capítulo lisboeta.

Pero no relatemos acontecimientos todavía por acaecer, centrémonos en los momentos atrapados por los carretes fotosensibles de nuestras vidas. Guadalajara me parecía una de esas provincias que nunca pisaría. Una parada prescindible entre dos ciudades enamoradas de sí mismas, Barcelona y Madrid. Una tierra baldía forjada en tiempos mejores y consumida por la vecina villa, de un tiempo a aquí, capital. Y aunque había mucho de cierto, a veces es bueno esquivar la miopía. Desde ahora, el Señorío de Molina en Guadalajara es tierra de castillos en peñones imposibles, de verde entre dorados, de Tajo cristalino, de morcillas de arroz, de dulces con miel, de pipas y girasoles, de bromas recurrentes, de 10.000 kilómetros cuadrados, de nacionales recorridas a límites indecentes, de licores escondidos en baúles, de libros de otra época, de chuletillas, de gente agradable y de mil cosas más.

Ya he disfrutado una semana y casi ni me acuerdo de la contraseña que utilizaba cada mañana para acceder al ordenador en el trabajo. Esto sí es un buen inicio de vacaciones.

En imagen, un ciervo vigila desde una posición privilegiada el Parque Natural del Alto Tajo. Sin dificultad otea a cinco urbanitas que se adentran en sus dominios, perturbando la paz de septiembre. Puede ser divertido.

La tienda de las tiendas

Publicado el martes, 6 de septiembre de 2011

Este blog y quien se encarga de fusilar cada una de las letras que conforman esta especie de entradas de aparición irregular tienen una fijación. Bueno, tienen muchas, la mayor parte de ellas inconfesables. Pero la principal y más grande se llama Inditex. Esa especie de acrónimo de tendencias que pierde todo su encanto cuando se conoce en extensión. Esa fábrica de alegrías hiladas. Ese fondo de armario infinito de los que tenemos el bolsillo acotado.

No, no me considero un moderno, ni me dejo engatusar por las temporadas. De hecho, arrastro algunas camisetas de tiempos inmemoriales, puede que de cuando estudiaba en la universidad. Descoloridas y raídas, pero ahí aguantan estación tras estación, esperando volver a la cresta. Nunca me pondré un pantalón verde, un jersey naranja de punto o un sombrero de lino crema. Pero sí me comparé camisetas, camisas, algún vaquero, trajes y algo de abrigo. Y en mi lista de la compra textil, doy vueltas confiando en cruzar lo que necesito con lo que me gusta, reprimiendo los impulsos y aniquilando lo que quiero pero no preciso. Alguien de lo más corriente.

El caso es que hoy es un día importante para la multinacional de Arteixo. Después del salto de Zara hace un año (y Zara Home algo más), Pull&Bear, Massimo Dutti, Oysho y Stradivarius siguen el mismo camino. Arrancan su singladura en Internet y hacen temblar a todas las páginas que han crecido en ausencia de los grandes. Normal, sabiendo que la tienda online del emblema del grupo factura 600.000 euros diarios y que se prevé que en conjunto superen los 740 millones anuales. Una carta de presentación más que suficiente para ingresar en Euro Stoxx 50, el selecto club de valores de confianza en la Unión Europea.

Estamos cambiando, eso está claro. Parece el otro día cuando la gente tenía sus recelos a la compra en Internet y ahora es habitual pagar sin tocar el producto. Los Marineda City están de capa caída. A golpe de clic me estrenaré esta semana comprando algo, puede que para mí o puede que no. Una manera, como cualquier otra, de canjear indirectas por tangibles. Aunque, seguramente, no serán unos pantalones verdes, un jersey naranja de punto o un sombrero de lino crema.

En imagen, una de las capturas de la tienda de Pull&Bear, en la sección de punto. Interesante, por cierto, la sensibilidad demostrada al habilitar traducción a galego, català y euskara. Una gran ayuda para los que tenemos que refrescar vocabulario.

La culpa es de Irlanda (o ¿quién me ha robado el mes de julio?)

Publicado el lunes, 18 de julio de 2011

El tiempo es una de mis fijaciones, lo reconozco. De hecho, y como fiel reflejo de ello, he hablado de cómo me trata la meteorología desde que llegué. A veces mal, a veces bien. Podríamos decir que es uno de los temas calientes de este sitio, junto al de -me estoy curando- Inditex (por cierto, que mañana Amancio cede la presidencia del grupo a Pablo Isla y no estoy ni siquiera un poquito nervioso).

El caso es que julio ha empezado horriblemente mal y promete acabar peor. El que se supone el mejor mes del año meteorológicamente ha pinchado estrepitosamente en su primera quincena. Treinta y un días de sol, playa y veladas hasta las mil que no hay forma de encarrilar. Arena, agua fresquita y una bebida al atardecer; tiradas por al borda. Además, tengo la sensación de que esto ya lo he vivido en aquel horrible julio de 2009, pero aún así ¿quién me ha robado el mes de julio?

Pues parece que Irlanda. Una noticia afirmaba ayer que un cúmulo de bajas presiones sobre el tigre celta es el causante de un ligero desplazamiento del anticiclón de las Azores. Y ya se sabe:  vientos del noroeste, cielos nublados, bajas temperaturas y lluvia intermitente. Un tiempo impropio del habitual julio en las Rías Baixas, pero así es la vida. Aún así queda esperanza: todo indica que agosto vendrá cálido y seco.

En imagen, las nubes ganan la partida a los claros en una mañana de domingo gris. Mi nuevo bañador languidece en un cajón, esperando la oportunidad de sumar un segundo baño a su bagaje.

A Vigo le gusta su Transforma

Publicado el lunes, 4 de julio de 2011

Con el saborcillo del Xacobeo 2010 diseminado por las papilas gustativas, los grandes eventos musicales han vivido este año su secuela. Y aunque ya se sabe que las segundas partes nunca fueron buenas, en este caso, no todo ha ido tan mal.

La ciudad olívica ha repetido la misma fórmula con el Vigo Transforma, después del éxito de 2010. Mucha música indie, algo de electrónica maquillada y canciones poco edulcoradas. Vestidos de flores, camisetas a rayas, pintalabios rojos y gafas de cristal reducido. Horas y horas de guitarras, repartidas en tres cómodos fascículos. Sobre el escenario, Moby, Vetusta Morla, Russian Red, Yann Tiersen o dEUS.


Por cierto que el Vigo Transforma ya ha crecido y, este año sí, ha inundado la ciudad de música, propuestas culturales, talleres e instalaciones artísticas. Además, y gracias al patrocinio de Radio 3 y Mundo Sonoro, grupos jóvenes se dejaron escuchar el viernes y sábado por la tarde, de forma gratuita. Un punto de partida con el que competir con los festivales lusos y del noroeste peninsular y, de paso, garantizarse una tercera edición. Cada vez me gusta más.

En imagen, el escenario principal del festival, en el muelle de transatlánticos del puerto. Un bonito sitio para escuchar música, por cierto.

Galicia menos hoxe

Publicado el miércoles, 29 de junio de 2011

Cada vez que desaparece un periódico es un drama. Soy periodista y no es agradable ver cómo se trituran ilusiones, puntos de entender la actualidad y puestos de trabajo en un sector tan precario como el nuestro. El último ejemplo de paro de rotativa en este lugar del mundo ha sido Galicia Hoxe, el que hasta ayer era el único diario en gallego. Una apuesta empresarial valiente que, tras casi 3.000, cierra el chiringuito por la inviabilidad económica.

Galicia Hoxe no era sólo un diario escrito en gallego, sino que llegaba a los quioscos con una oferta muy diferenciada. Trataba los mismos temas que el resto de medios, pero se permitía excursiones por producción propia con marcado carácter ecologista, cultural y galleguista. Una gozada para leer con calma, entendiendo su sensibilidad. Y aunque su maqueta empezaba a necesitar un lifting, el uso de las imágenes y los elementos tipográficos era muy valiente, lo más atrevido en Galicia hasta el rediseño de su hermano mayor, El Correo Gallego.

En su cierre subyace un argumento bastante pernicioso: falta de ayudas institucionales, especialmente de la Xunta. El tijeretazo al que estamos asistiendo por parte del gobierno Feijóo es notable, especialmente en todo aquello que la derecha suele considerar superfluo. La cultura es uno de los aspectos sobre los que se recorta tradicionalmente y las lenguas minorizadas, ni te cuento. Está claro que muchas publicaciones no pueden sobrevivir porque directamente no tienen un público masivo; pero no es ni ético ni profesional competir dopados, sumando a la cuenta de resultados varios millones procedentes de las arcas públicas. Pero es nuestra obligación como sociedad velar por nuestros rasgos diferenciales, por nuestra manera de entender el mundo y no anteponer siempre los valores del mercado.

En cualquier caso, Galicia Hoxe sobrevivió con su línea editorial a Fraga (al que, paradógicamente, muchos progresistas echan de menos desde la llegada de Feijóo) y a Touriño, pero cayó en el ecuador de la legislatura de Alberto. Ayer Galicia perdió una forma de mostrarse al mundo y no es una cuestión de ayudas o no ayudas. Se trata del autoodio que llevan impresos los gallegos y que, en cierta manera y como valenciano, compartimos. Así nos va.

En imagen, la última portada de Galicia Hoxe, al más puro estilo Frankfurter Allgemeine, como a mí me gustan. Una captura, por cierto, que tomo prestada de Cuatro Tipos, un blog más que recomendable para amantes del diseño periodístico.

Un pouco máis (de) galego

Publicado el martes, 21 de junio de 2011

As veces teño o convencemento que a normalidade non é a miña compañeira de viaxe. Os dous xogamos a esquecer as conexións e non temos o costume de lembrar os puntos de encontro. Eu son, como a faneca, de augas bravas e atopo a normalidade na máis completa anormalidade. Por iso apunteime a galego nunha cidade como Vigo, logo de vivir na Coruña. Como ben sabedes, pasei galego básico e en outubro empecei galego intermedio. Non fun todo o que quixen á clase, xa que o horario non foi moi xusto coa miña vida social (luns, mércores e venres de 20 a 21.30h) e no inverno non é apaixonante unha excursión no diluvio universal.

En calquera caso, o mércores pasado rematei o curso, coa celebración do exame. Pois compráceme comunicar que acadei o nivel intermedio de galego. Hoxe recibín as notas da Escola Oficial de Idiomas de Vigo e aprobei o cuarto curso da lingua dos galegos. Teño que dicir que todo isto é produto do voso esforzo. Unha parte moi importante do recoñecemento é para vós. Non podo máis que agradecer a todos aqueles que me decidiches falar en galego ou ensinarme palabras. Corrixir os meus erros ou compartir a vosa cultura. Ben sabedes quen sodes: na vida cotiá, no lecer ou no traballo. Graciñas.

Hai tempo que pensara en deixar o estudo do galego, xa que empezar galego avanzado no vindeiro curso é moito para min. Aínda así, acadei as ferramentas para loitar pola normalidade dunha lingua minorizada como a nosa. Penso que a miña integración ten que pasar polo respecto ao xeito de comprender Galicia. E o galego é o camiño.

Na imaxe, unha clásica paisaxe do interior galego, alá por terras ourensás. Unha aposta fermosa para contar unha boa noticia.

Por el bulevar de los sueños rotos

Publicado el domingo, 12 de junio de 2011

Vigo sumó ayer dos protagonistas más a su ya concurrida Avenida de la decepción: el Celta y Corina Porro. Se trata de una travesía en la que los nuevos inquilinos se empadronan en casas sin número y habitan en la precariedad durante un tiempo. Tal vez con añoranza esperan una carta que les comunique el regreso a sus glorias pasadas, a las plazas engalanadas. La mudanza de la concejala popular y el equipo vigués bien se veía venir y en el ideario colectivo de la ciudad se ha encajado con pundonor.

El escenario dibujado por las elecciones municipales no se movió una coma de lo previsto: el PP fue la fuerza más votada pero se quedó a un edil de la mayoría absoluta, mientras que la reedición del acuerdo PSdeG-BNG sumaba para alargar cuatro años más la gestión de Caballero. Sin embargo, el guión cambió ligeramente, ya que los nacionalistas apoyaron la investidura del socialista, pero no entrarán a formar parte de su gobierno. Una legislatura en minoría con la que el BNG pretende desprenderse de la imagen servicial que se ha ganado a pulso en estos cuatro años y el PSdeG optar a la mayoría absoluta en 2015, frente al previsible relevo en el PP.

La continuidad del PSdeG al frente del consistorio olívico hace que Vigo sea la segunda ciudad en número de habitantes del estado gobernada por socialistas (sólo detrás de Zaragoza) y perpetúa la etiqueta de infranqueable bastión del sur de Galicia para los populares.

El Celta cerró la temporada anoche en Granada, despidiéndose del ascenso a Primera frente a un consistente Granada. La línea descendente del equipo vigués hacía presagiar que el playoff iba a ser un obstáculo casi insalvable. Injusta eliminación no obstante, tras una agónica tanda de penaltis. Aún así, la parte positiva es que vuelve a recuperar algo de pulso tras dos temporadas flirteando descaradamente con el descenso a Segunda B. Y, no olvidemos, recuperamos el morboso derbi gallego por excelencia, amén de la pérdida de categoría del Dépor, al que se puede sumar un Lugo que viene con carrerilla desde la categoría inferior.

En imagen, los carteles que han inundado Vigo esta última semana, cortesía del Concello de Vigo. No sé si me gusta porque se fomenta la imagen de ciudad o me crispan porque se derrocha el dinero, de nuevo, en autobombo. En cualquier caso, a partir de ahora servirán para engalanar el Bulevar de los sueños rotos.

Mi cambio de nacionalidad

Publicado el viernes, 3 de junio de 2011

Esta semana, por fin, he regularizado una situación que me traía de calle desde que llegué a Galicia. Ya hace más de dos años y medio que vivo y pazo por estos lares y, hasta el miércoles, lo hacía con un halo de misticismo made in Valencia. Pero se acabaron esos tiempos de naranja y paella: me he nacionalizado vigués. Dicho de otra manera, mucho menos exótica, me he empadronado en esta ciudad.

Pero no, no soy un romántico, me he inscrito en las listas por puro interés. Pese a que cotizo todos los meses a la Seguridad Social, tengo un contrato de trabajo en la provincia de Pontevedra y puedo demostrar que pago mis facturas, la Xunta exige que esté empadronado en Galicia para prestarme la prestación básica sanitaria. Eso no quiere decir que si agonizo a la puerta de un hospital no me vayan a atender, sino que no opto a médico propio, no hay recetas para mí y no puedo coger una baja, porque ningún médico me tiene entre sus pacientes. Y así he vivido todo este tiempo, en el filo de la navaja de gastar días de vacaciones cuando me constipo. Aún suerte que procedo y vivo de dos comunidades gobernadas por el PP (que, por cierto, tras el 22-M tampoco es tan raro), sino ya podía agonizar.

Después de esta crítica a las incoherencias entre los diferentes sistemas sanitarios de las comunidades, llega la parte que más me gusta, porque ahora ya soy un ciudadano más en Vigo. Y es que ser vigués es una forma de entender la vida, como el que es cubano, japonés o suizo. No es ni mejor, ni peor, sino diferente. Ya os he contado de sobra cómo es esta ciudad. Pero tranquilos, coruñeses, que no me han obligado a jurar un odio eterno hacia LaCoru, ni al Dépor.

El único gran problema es que esta tarde cuando he ido a solicitar mi médico en Vigo he perdido parte de mis privilegios como valenciano, justo en el momento en que requisaban mi tarjeta sanitaria valenciana. No son muchos los derechos adquiridos, pero eran míos. Por ejemplo, valencianos, a priori dejo en vuestras manos el devenir político de les Corts en 2015 y la continuación de lo que hemos iniciado en 2011. Así que no más rajadas sobre política. También queda en vuestro deber la defensa de l'orxata, les taronges de Tavernes y la Muixeranga d'Algemesí. Y cambiar cómo somos percibidos los valencianos desde fuera, pero ése es otro asunto.

En imagen, la plaza de América de Vigo, un punto de encuentro y celebración locales. Desde ahora, mi punto de encuentro y celebración.

En busca del derbi gallego

Publicado el sábado, 21 de mayo de 2011

Se masca la tragedia en el fútbol gallego. La irregular temporada del Deportivo de A Coruña y la enorme pájara de las últimas diez jornadas del Celta de Vigo asustan. Poco parece que queda de la hegemonía gallega de unos años atrás, cuando contaba con hasta tres equipos potentes en la división de honor, incluido el Compostela de Caneda (hoy extinguido y refundado como Campus Stellae, en regional preferente).

El Dépor se juega su permanencia en primera división a cara o cruz. En noventa minutos y frente al tercer clasificado, el Valencia, se dilucidará el futuro más inmediato de aquel Superdépor/Eurodépor que ganó una liga, dos copas y llegó hasta las semifinales de la Champions. La cita con la historia es caprichosa, ya que será ante un club que no cae muy simpático por el golfo Ártabro, por aquello de la máxima pena parada por González a Djukic que sirvió en bandeja una liga al Barça. ¿Quién dijo primas? Pero el equipo de Riazor lleva unas cuantas temporadas lejos de aquellos recuerdos, ahogado por sus deudas y tirando de cantera para aguantar el tirón. No es una excusa para que en los últimos días el deportivismo se haya movilizado y lleve en volandas al equipo que, en cualquier caso, parece enfilar el final de un ciclo, el de Lendoiro.

El Celta está en una situación diferente, pero bastante dramática a su manera. Tras completar dos tercios de la competición con unos resultados muy buenos, entró en una dinámica de malos resultados, especialmente en Balaídos. Hasta ese momento luchaba con Rayo Vallecano y Betis por las dos primeras posiciones que dan acceso directo a la división de honor. Sin embargo, la racha negativa ha reconducido sus aspiraciones, que ahora se centran en asegurar uno de los cuatro siguientes puestos que permiten disputar una liguilla para jugar en primera. Y recuperar anímicamente a un equipo muy apático últimamente.

Las cosas pueden acabar bien o mal. Estamos a un paso de que vuelvan los derbis entre Dépor y Celta, aunque no está muy claro en qué categoría. Es el momento: queremos a los dos equipos gallegos en primera.

En imagen, una de las últimas campañas puesta en marcha por el Celta para animar a los socios a renovar su pase. Qué curioso, por cierto, que el marcador esté justo en la calle A Coruña de la ciudad viguesa.

Y los indignados irrumpieron en la fiesta de Caballero y Porro

Publicado el viernes, 20 de mayo de 2011

Hasta el domingo pasado la campaña en Vigo era un cara o cruz. O una segunda parte de Abel Caballero (PSdG) a dúo con Santi Domínguez (BNG) o un remake de Corina Porro (PP). Pero ahora ya da igual. Sí, sí, da igual completamente que la candidata popular tenga una cuenta de Twitter bastante interesante (cuando no se dedica a repetir lemas vacíos). Que al socialista le van más los actos multitudinarios, como el del otro día en el nuevo auditorio. O que al nacionalista le gusta más la política de cercanía, como cuenta día sí, día también en su blog.

Da completamente igual, porque la campaña ya está rota. La aparición del fenómeno que nos viene ocupando desde el domingo, los indignados, ha aguado la fiesta a los alcaldables en su tradicional última semana de lucha por los votos. Vigo no es una excepción al sentir general. Mala suerte, políticos, es lo que pasa cuando no cumplís con lo que prometéis y la gente no os cree. 

No sé cómo quedará todo el domingo en la ciudad; puede que la abstención, los nulos, los blancos o la subida de los pequeños nos den síntomas. Mi opinión es que la izquierda va a acusar más la pérdida de confianza en la clase política, por razones obvias. O, dicho de otra manera, que Corina ya casi tiene el cetro de mando de la ciudad. Tiempo al tiempo.

En imagen un tablón con carteles de partidos políticos mientras atardece en Vigo. Una bonita metáfora para indicar, tal vez, el final de una era. Y el principio de otra.

Día das letras galegas

Publicado el martes, 17 de mayo de 2011

Hoxe temos a tradicional cita anual coas letras galegas. Unha data festiva que se celebra en Galicia cada 17 de maio dende 1963, conmerando o centenario da publicación de Cantares gallegos de Rosalía de Castro. Este ano a Real Academia Galega adícalle o día ao poeta monfortino Lois Pereiro. Unha aposta valente, xa que Pereiró formou parte da contracultura galega, levou unha vida pouco convencional para moitos e morreu na máis completa soidade. Aínda así, permanece a súa obra na nosa memoria, como este "Contra a morte o amor que vai contigo", contido no libro Poesía última de amor e enfermidade.



Dos días que reserva para min o destino
cada unha das súas noites por vivir
sería a derradeira
a única esencial
se puidese vivirte a ti tamén
trasnoitado sobre o teu corpo en calma
cohabitando os teus soños
sobrevivido á miña inexistencia
soñado nas túas noites
ou prorrogado en ti.

Na imaxe, unha escaleira curta, fermosa, intensa e chea de obstáculos. O que vén sendo a obra poética de Lois Pereiro.

En la recta final

Publicado el domingo, 15 de mayo de 2011

Esta mañana hemos desayunado con la tradicional encuesta que La Voz encarga a Sondaxe la semana previa a cualquier tipo de elecciones. Un conjunto de estadísticas que suele disparar con bastante precisión a su pieza -el resultado electoral del 22 de marzo en este caso- aunque siempre con la mirilla ligeramente desviada a la derecha. Nos levantamos con el cronómetro puesto y, en él, ya faltan menos de siete días para que los ciudadanos renovemos nuestra confianza en los políticos. O todo lo contrario.

El caso es que la encuesta tiene dos lecturas claras: la que dice el titular y la que dicen los números. Si hacemos caso al encabezamiento, no hay duda: "El PP está a un solo concejal de dar el vuelco electoral en seis ciudades gallegas". Sin embargo los números son implacables: el bipartito PSdG-BNG repetiría en Vigo, A Coruña, Ourense, Lugo, Santiago y Pontevedra, mientras que peligraría en la siempre cambiante Ferrol (no acostumbrada a encadenar dos gobiernos del mismo color). Siempre sobre la cuerda, pero ahí están.

Estos datos tan ajustados alimentan las otras dos encuestas que nos regalan periódicos propios de la ciudad en la que vivo. Faro de Vigo apuesta por la pérdida de un concejal del BNG que, probablemente, podría desplazarse al partido del actual alcalde. Atlántico Diario se desmarca dando por segura una victoria del PP, tras obtener dos concejales más que en las anteriores elecciones (aunque sin concretar qué miembro del bipartito se los deja en el camino). El domingo que viene sabremos.

En Galicia, donde no hay elecciones autonómicas en esta ocasión, el asunto se vive de una manera especial. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se ha volcado con sus siete candidatos y ha llevado la contienda municipal al ámbito gallego. Una reválida a su gestión al frente de la Xunta una vez superado el ecuador de la legislatura. Precisamente desde los partidos progresistas se critica la excesiva implicación del líder popular en la campaña y no han tardado en acusar a los candidatos de las ciudades de comportarse como marionetas de Feijóo. Políticos.

En imagen, una atracción de feria gratuita patrocinada por Alcaldía de Vigo, en manos del PSdG. Imágenes como ésta sólo sirven para denunciar el uso electoral de los niños. ¿Quién dijo escrúpulos?

Área metropolitana

Publicado el domingo, 1 de mayo de 2011

Semana histórica en este rincón del mundo, después de la aprobación de la primera área metropolitana de Galicia. Desde el pasado jueves, Vigo y 13 municipios más configuran la primera entidad intermunicipal de la comunidad, poniendo un punto y seguido a un ambicioso proceso empezado en 1999. Éste es el primer paso para que los grandes núcleos de población de la fachada atlántica articulen políticas conjuntas para compartir servicios y costes.

P
ero, ¿qué es eso de un área metropolitana y por qué resulta tan importante para las localidades de la ría? La explicación se llama "ahorro". Son muchos los servicios transferidos a los municipios que, prestados de forma conjunta, permiten aprovechar inercias y restar molestias. Se habla de promoción económica, servicios sociales, gestión de suministros y residuos o turismo. Y parece que el primer punto será la integración del transporte público y los diferentes títulos y modalidades de pago que existen. Todo eso sin olvidar el capítulo de la cooperación urbanística y la ordenación territorial, para atender y entender los flujos migratorios pendulares. Casi nada.

Galicia adolece de localismos, no descubro nada nuevo. No en vano, frecuentemente reaparece el debate sobre la necesidad de fusionar un buen número de los 315 ayuntamientos diseminados por la comunidad. Las variaciones demográficas de las últimas décadas han castigado severamente a los municipios del interior y, muchos de ellos, no consiguen cuadrar los ingresos con los gastos. Estas fusiones frías de localidades pueden ser una muy buena opción para optimizar recursos a corto plazo y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.


Aún así, son muchas las sombras que se ciernen sobre este club de ayuntamientos. La principal, como no, la siempre controvertida posibilidad de sobrecargar más la maquinara pública con nuevos funcionarios, burocracia y altos cargos de confianza elegidos a dedo. Y, en este caso en particular, son muchos los que se cuestionan la incorporación de algunos municipios que no se hallan en el área de influencia natural de Vigo.


En imagen, dos barcos de transporte regular de pasajeros maniobran en el puerto de Vigo para salir hacia Cangas y Moaña, respectivamente. Desde el pasado invierno se pueden pagar los viajes en estos medios de transporte con la tarjeta del autobús metropolitano de Vigo. Poco a poco.

Fijaciones gallegas I: los centros comerciales

Publicado el domingo, 17 de abril de 2011

Galicia llegó tarde a la moda ochentera y noventera de los grandes centros comerciales. No hablo de las superficies con pequeñas tiendas adosadas; ni siquiera de los espacios con escaleras mecánicas que intercalan cines con restaurantes y boleras. Me refiero a esos recintos con más plazas de aparcamiento que las propias ciudades que los contienen o con tantas actividades culturales como muchos teatros.

Pero más vale tarde que nunca. La evolución de una década a esta parte quita el hipo y sobrecoge el alma, especialmente en estos tiempos de caída incesante del consumo. Un lujo casi asiático que, sin embargo, parece no tener castigo en forma de solapamiento o cierre masivo de tiendas tradicionales. Sin ir más lejos, Vigo incorporó a sus cuentas el C.C. Travesía en 2003 con 25.000 metros cuadrados, Gran Vía en 2006 con más de 41.000 metros cuadrados, A Laxe en 2008 con 13.000 metros cuadrados y Meixueiro en 2009 con 18.000 metros cuadrados. Y ya han prometido que la nueva estación de ferrocarril, que se pondrá en marcha antes de 2015 coincidiendo con la llegada del AVE, contará con 42.000 metros dedicados al comercio. Eso sin olvidar el eterno asunto del desembarco de IKEA en el sur de Galicia.

La gran guinda a esta particular fijación se llama Marineda City, está en A Coruña y es un alegato a la ostentación. Los que se hayan dejado caer por Valencia sabrán de la existencia del C.C. Bonaire, el orgullo patrio del consumismo por aquella zona. Una isla de consumo de 135.000 metros cuadrados que parece una maqueta al lado de los casi 200.000 metros cuadrados por los que se puede pasear desde el 14 de abril en A Coruña. Ikea, El Corte Inglés, Inditex en estado puro, Decathlon, un PC City efímero y así hasta un largo etcétera que supera los dos centenares. Todo ello para aupar al recinto al primero puesto estatal de su categoría y al tercero en términos europeos. Está claro que a la ciudad herculina la fiebre por los centros comerciales llegó algo más tarde que a Vigo, pero aquí está. Tal vez algún día encontraré la respuesta a la gran pregunta: ¿son necesarios tantos centros comerciales y tan grandes?

En imagen, A Laxe, rodeado de las instalaciones del Puerto de Vigo. Imágenes como ésta son irónicas cuando se promocionaba como "la forma de abrir Vigo al mar". Eso sí, maravillosas las vistas de los atardeceres desde su terraza.

Lucha en el barro por Vigo

Publicado el domingo, 3 de abril de 2011

El nivel de los primeros espada de los partidos políticos de esta ciudad es de primaria. Casi me atrevería a decir que de jardín de infancia. Cuando faltan siete semanas para los comicios que decidirán en qué manos acaba el cetro de mando de Vigo, unos y otros ultiman sus estrategias. Éstas son unas elecciones municipales que, por cierto, tendrán un cierto tufo a naftalina, ya que el primer edil será un viejo conocido: o Abel Caballero (alcalde entre 2007 y 2011) o Corina Porro (máxima mandataria entre 2003 y 2007).

Contemos la situación desde el principio. Mientras que la Xunta de Galicia está en manos de Alberto Núñez Feijóo (PP), las siete principales ciudades gallegas (Vigo, A Coruña, Ourense, Lugo, Santiago, Pontevedra y Ferrol) están en manos de PSdG y BNG a través de pactos de gobierno más o menos estables. Una cuestión matemática que salva, en muchos casos, el mayor número de votos de los populares en cada ciudad. Pero tan frágil equilibrio de asientos supone que unos pocos miles de papeletas pueden cambiar el gobierno de turno. Es el caso de Ferrol, Ourense y, como no, Vigo.


Los sondeos dicen que en esta última localidad el PP podría obtener 13-14 concejales (frente a los 13 actuales), mientras PSdG lucharía por 8-9 (por 9 actuales) y BNG se conformaría con 5 (igual resultado). En la cuerda floja viguesa coquetean tres pesos pesados y, por lo menos uno de ellos, va a estamparse contra el suelo (en función de si se reedita el bipartito progresista-nacionalista). A saber: Abel Caballero (PSdG y actual alcalde), Corina Porro, (PP y presidenta de la Autoridad Portuaria de Vigo) o Santi Domínguez (BNGy teniente alcalde).


Conscientes de ello, la maquinaria electoral se puso en marcha hace mucho tiempo. Caballero ha dedicado tantos esfuerzos en enderezar sus decisiones al mando del gobierno local, como en sacudir varazos a Feijóo o dedicarse una campaña de autobombo antológica. Sin ir más lejos, la semana pasada inauguró dos veces un auditorio para que no figurase en la placa el nombre del presidente de la Xunta. O se ha dedicado a despilfarrar millones con carteles en obras. Pero Domínguez no se queda atrás, ya que ha empleado tanto tiempo en rehabilitar el Casco Vello u organizar encuentros culturales, como en narrarlos en su blog o subirse al carro de los carteles reivindicativos. ¿Y qué decir de Porro? Pues más de lo mismo: desde su púlpito en el puerto ha sabido convertir cada buen dato en una victoria frente al alcalde. Incluso entonando el "yo soy así y así seguiré" en cuestiones tan polémicas como la demolición de la nave de cableros o la apertura de nuevos espacios recreativos con una cara vegetación de plástico.


En imagen, revistas propagandísticas que los tres partidos han repartido incesantemente en estos últimos días, encarada ya la semana fantástica de las inauguraciones. Estampas como ésta nos recuerdan que, pase lo que pase el 22 de mayo, no pinta bien el futuro político de la ciudad.

La reconquista de cada uno

Publicado el lunes, 28 de marzo de 2011

Vigo cierra hoy tres días de actos que conmemoran la expulsión de las tropas invasoras francesas de la localidad. Un hecho histórico ocurrido en 1809 y que supone uno de los motivos de orgullo más asentados en el ideario local. Una fecha que insufla de optimismo a la ciudad y que permite quemar los últimos cartuchos de propaganda política antes de iniciar la precampaña electoral, pero de eso ya hablaremos. El resto de los mortales disfrutamos de un día libre extra, un buen número de actos y una oportunidad para reconquistar; cada uno ya sabrá el qué.

La Reconquista no se alarga más allá de un par de días, pero embadurna a la ciudad de un sabor medieval. Una pátina algo exagerada, pero que resulta muy agradable a los foráneos. Puestos de juguetes tradicionales, jabones naturales, pulseras de cuero hechas a mano y comida que se abalanza sobre ti. Olor a churrasco entremezclado con sonido de cuencos cargados de vino golpeándose. Y mucha gente. Gran parte vestida de época o de lo que cuadre. La ciudad está bonita en días así, pese a la lluvia.

En imagen, una banda de gaiteiros pasa frente a un puesto de artesanía para enfilar la plaza de la Constitución, en pleno Casco Vello, bajo algunas banderolas conmemorativas. Bonito sonido y mejor olor para un fin de semana de marzo.

Otro año será

Publicado el domingo, 27 de marzo de 2011

Y con éste ya han sido cuatro los años que he decidido faltar a mi cita anual con el fuego purificador. En 2008 fue Murcia. Doce meses más tarde, Magdalena festa plena. El año pasado, un fugaz vuelo rasante por la ciudad condal. Y, para culminar, una escapada a la vecina Oporto la semana pasada. Gajes del oficio, las Fallas son siempre iguales, pero son muchas las temporadas en las que suspendo en mi encuentro con San José por acumulación de ausencias. Otro año será.

La capital del norte portugués es una ciudad bonita, ajena a la que está cayendo en Portugal. Sumida en su crisis particular desde los noventa, sin complejos por caerse a trozos y buscando cómo reinventarse para seguir atrayendo al turismo. Un sitio barato (caro para ellos), cargado de gente obrigada y con enclaves bonitos. Una postal continua, siempre que sepas desde dónde mirar. Un paraíso para los hombres que susurraban a las sábanas blancas. Una prosopopeya del descanso, del turismo sin prisas. Una villa atrincherada entre SCUT y teleportagems. Una propuesta tras otra; una recomendación encadenada eternamente. Una sensación de "podría hacer mucho más". Otro año será.


Pero cerrado un viaje y una fiesta, empieza otra. Y es que este fin de semana Castelló inicia la Magdalena. Una fiesta desconocida en un sitio con aeropuerto, pero sin vuelos. Ya hemos rendido nuestro pequeño homenaje al mesón del vino y de la cerveza, así como a la romería de les Canyes. Así que, lectores castellonenses, disfrutad de esta semana. Otro año será.


En imagen, una figura del Entroido vigués arde el martes de Carnaval, paso previo al inicio de la cuaresma religiosa. Sin duda, un velado homenaje de la ciudad a mi morriña del fuego y la pólvora.

La ciudad tantas veces contada

Publicado el jueves, 17 de marzo de 2011

El bacalao es el pez por excelencia. ¿El vino? Dulce y bañado por el Douro. Autopistas y autovías de pago por doquier; medio vacías, eso sí. Limitadas a 120 km/h. Las piezas de un Ikea enorme que sí encajan. Un aeropuerto internacional que me hace babear. Esa fala tan sugerente. Tranvías de madera por cuestas empedradas casi conocidas. Puentes que unen. Algo dulce llamado pastéis de nata; promete. Revoluciones de gentes menos adormecidas. Y mil cosas más que, la verdad, todavía no conozco. Aunque me han contado tantas y tantas veces.

Por eso de estar tan cerca, éste es un buen fin de semana. Parecía que nunca iba a llegar, porque todo se complicaba. De cumpleaños a cumpleaños. Pero todo se acerca. Y, de paso, cumplo la vieja tradición instaurada desde que llegué que me prohíbe pasar el día de San José en Galicia. Lá vamos nós, Porto.

En imagen, el impresionante puente de Luís I que comunica las dos orillas del Douro. Por decirlo así, casi invita a entrar en la ciudad. Entraremos.

Días de Entroido

Publicado el sábado, 12 de marzo de 2011

No sólo de Río, Canarias y Cádiz vive el Carnaval. Y aunque seguro que son sitios maravillosos en los que pasar los días previos al trayecto por el desierto de  la Cuaresma, en Galicia también hay vida. Se llama Entroido y está muy arraigado en la cultura tradicional autóctona. Tal vez sea un buen momento para reivindicar algo de protagonismo.

Aunque no lo parezca, las réplicas son muchas y variadas. La más famosa se celebra en Xinzo de Limia, una población del centro ourensano, declarada fiesta de interés turístico nacional. De hecho, la celebración no sólo se ciñe a la semana de Carnaval, sino que se amplía durante cinco fines de semana, con intenciones bien distintas. También hay dosis de Entroido en Verín, A Coruña y, en general, muchas poblaciones del interior gallego.


Pero en Vigo también, aunque ningún día sea festivo como sí pasa en A Coruña, Pontevedra o Ourense. Y, aunque eso de participar está muy lejos de mis intenciones, al final te acabas topando con la fiesta en la calle. Un gustazo, excepto cuando una orquesta ameniza la velada de un día laborable hasta las tres de la madrugada.


Y, como buena fiesta que se precie en Galicia, existe toda una tradición gastronómica. Las orejas son las reinas de la fiesta, pero nunca es tarde para dejarse seducir por las filloas o el cocido. Por supuesto, yo que soy muy de tradiciones en la mesa, no he faltado a la cita. Son un larpeiro, xa sei.


En imagen, una furtiva captura de varias familias disfrazadas en Vigo. Hace tanto que no me disfrazo...

Nos hacemos mayores...

Publicado el sábado, 19 de febrero de 2011


Encuentro un email en el buzón de mi correo electrónico. Se titula "Nos hacemos mayores..." y viene remitido por un viejo amigo y compañero de periodismo. No puedo evitar prejuzgar y llegar a la divina conclusión de que se trata de un forward de esos que relatan lo buenos que somos los nacidos en los ochenta. Con las cejas arqueadas y sorprendido, me decido a cruzar la frontera entre lo desconocido y lo familiar, no sin pensar qué habrá movido a Eduardo a regalarme tantas líneas de un supuesto contenido prescindible. Lo consideraba una persona íntegra, un sibarita de las palabras, un trilero de experiencias. Un buen tipo, vamos. La vida es así y un contenido erróneo en un momento dado reduce a polvo tu reputación.

Primer "zas, en toda la boca": el correo no va dirigido a decenas de remitentes, ni arrastra una lista incalculable de emails. Y empiezo a leer; asuntos de connivencia social y todo eso. Hasta que escribe (perdonará mi falta de decoro, pero es estrictamente necesario): "fui por la noche al concierto de un tal Fran Healy, cantante de Travis, y creo que recordar que eras un gran fan de esa banda". Cautivado por su relato, me sumerjo en detalles de shows, en descripciones sensibles, en comentarios donosos y en virajes hilados de canciones. Pocas líneas, demasiado breves. Apunta títulos. Necesito más. Acabo de descubrir que mi grupo favorito está en reposo y su líder ha emprendido un camino en solitario.

Google es la salvación de todo. Encuentro referencias a sus dos presentaciones intimistas en Madrid y Barcelona (vaya novedad). Cambio de look, ha mutado la barba de tres días y ha renunciado a su crestas imposible y su pelo corto. Me gusta. Tropiezo incluso con un artículo de El País en el que repasan, con mucho acierto, lo que fue de su paso por Travis. Aquel veinteañero que descubrí con The man who, adoré en The invisible band, convertí en un treintañero a ritmo de 12 memories y defendí en The boy with no name y Ode to J. Smith. Acabo en Youtube viendo su primer single, que ilustra esta entrada. Leo la crónica del concierto. Y, no puedo evitarlo, abro Spotify, busco su nombre y empiezo a urdir esta entrada. El disco me resulta extraño, pero familiar. Guarda perlas que no se pueden disfrutar a la primera vez, pienso. Vuelvo a escuchar el single, definitivamente sonrío, libero la tensión a que no me guste y todo lo demás viene rodado.

Él es Travis. Nos hacemos mayores, las cosas cambian, es cierto. A veces se pierden las crestas en el pelo, aunque los ideales y las esencias siguen ahí. Pero, sin darnos cuenta, el tiempo y las experiencias vividas junto a quienes nos acompañan, nos dejan una huella. Impredecible, como es el caso. Definitivamente, nos hacemos mejores. Me encanta. Gracias Eduardo por este viaje al pasado y, como no, al presente.

La semana de las causas perdidas

Publicado el domingo, 13 de febrero de 2011

Quien algo quiere, algo le cuesta. Y, a veces, el peaje a pagar se llama "insistencia". Como tengo un máster en perseverancia y causas perdidas, no son pocos los que acaban dándome la razón, aunque sea por agotamiento. Y no me amilano ante servicios de atención al cliente.


Mi plancha deja de funcionar un día. Como estaba en garantía y tenía una plancha de reserva, la llevé al servicio técnico. "En tres días está, te llamamos". Por supuesto, nunca llamaron. A los cinco días levanté el teléfono y me dijeron que si tal la miraban sin falta esa tarde y me llamaban. Por supuesto, nunca llamaron. Llamé y no cogieron el teléfono. Peor para ellos, porque fui hasta allí y me contaron que la plancha había cascado y que tenían que pedir otra. Una semana tardaba. Por supuesto, no llegó y nadie llamó. Y así se repitió la historia durante cinco o seis días más. Hasta que al final me dijeron que era un problema de Ariete en Barcelona y que si tal les cantara las cuarenta a ellos. Dicho y hecho. ¿Al final? Que la culpa era de Italia, que no les enviaba la dichosa plancha. ¡Vaya por dios con Berlusconi! Llamadas y más llamadas hasta que al final la chica de atención al cliente me dijo un lacónico "chaval, el plazo legal desde que entregas la plancha para darte una solución es de un mes, así que olvídate del asunto hasta entonces". Y así fue, al mes de entregar la plancha -el viernes- me llamaron para decirme que allí estaba, lista para recoger. Con mi plancha nueva bajo el brazo bajé las cuestas, no sin pensar que nunca más volveré a comprar nada Ariete.


Revisando gastos descubro que, llame mucho o poco por el móvil, Movistar siempre me factura lo mismo. Extraño. Entro en la factura electrónica y, para un día que funciona, reviso conceptos y estoy pagando un fijo por Internet y un bono mensajes que nunca he contratado ni utilizado. Indignación. La historia se remonta a unos ocho meses atrás, que multiplicado por 12 euros en cada ciclo, dan un buen pico. Llamo al 609 y, después de que me cuelguen un par de veces, consigo hablar con alguien que no me tiene a la espera 20 minutos. Nada como amenazar con llevar el asunto a Consumo. Promete que al día siguiente me llamará y que hará todo lo posible por solucionarlo. Y al día siguiente llama, puntual. De momento, me devolverán los últimos seis meses y luego habrá que abrir otra incidencia. Pero está claro que en el preciso instante que cumpla la permanencia, Movistar se queda sin un cliente, que ganará Simyo. Importo poco, lo sé, pero no me robarán más.


En imagen, mi nueva y radiante plancha. No es que sea nada del otro mundo, pero todavía no he madurado lo suficiente para comprar un centro de planchado. La vida en pareja lo exigirá en un futuro, lo sé. Aunque, claro está, no será de Ariete.

El fin de la vida universitaria y otros asuntos financieros

Publicado el viernes, 4 de febrero de 2011

Adiós, ríos; adios, fontes;
adios, regatos pequenos;
adios, vista dos meus ollos:
non sei cando nos veremos.

O así lo diría Rosalía. Adiós, sin duda, vida universitaria. Y aunque ya hace unos cuantos años que acabé la carrera (muchos más de los que parece) y algo menos del carpetazo definitivo al máster, esta semana ha sido clave. El lunes, como buen inicio de semana, caducó mi tarjeta universitaria. Un trozo de plástico con chip y banda magnética que me acompañó durante unos cuantos años de facultades y bibliotecas y me ayudó a evadir unas cuantas tasas en los billetes de Ryanair (por aquello de ser una Visa Electron). Se fue, sin querer, uno de los últimos vínculos que tengo con la Universitat de València y, de paso, con Bancaja (o como quiera que se llame ahora).



Esa Carjeta (de la suma de carnet y tarjeta) tiene historia, lo reconozco. Era el principio de tercero de periodismo y colaboraba con el Voluntariat de la Universitat. Una de las campañas básicas se repetía cada septiembre y pretendía concienciar a los alumnos y futuros alumnos de la necesidad de solicitar plazas en valenciano para que todos tuviéramos verdadera libertad lingüística. Me chupé muchas horas en una mesa junto a Pablo, Toni, Fran y muchos más que olvido. Hacíamos lo que podíamos y, como premio, regalábamos un estuche o un portacd. A veces una bandolera o una camiseta.

Al lado siempre teníamos el stand de Bancaja, mucho más profesional. Casi hasta tenían luces y efectos especiales. Allí desfilaban metrosexuales y jovencitas más pintadas que una puerta. Riéte de los casting previos que habían superado. Ellos regalaban una tarjeta y, si te ponías cuco, hasta un pendrive (cuando, por cierto, 256 Mb eran una pasada). Y eso que no he dicho que sorteaban consolas portátiles y viajes por toda Europa.



Cansados de escuchar nuestros argumentos de venta una y otra vez, al enésimo día una de las azafatas se acercó y dijo aquello de "¿a ver, de verdad, para qué sirve esto de apuntarse aquí?". Con calma se lo expliqué y el día de su matricula escogió la opción lingüística de valenciano. Como gesto de deferencia, me dejé camelar por la Carjeta y sus regalos y lancé el carnet por los aires. Aquella chica me dijo uno de los últimos días que se había apuntado a clases para sacar el mitjà y que "el año que viene más". Ciertamente, nunca supe si fue una mentira o no. Ni hasta ahora me lo había planteado, por cierto.


El caso es que cuando caduca tu tarjeta universitaria, en cierta manera, dejas de ser universitario. Puedes recoger el título, enterarte de que ahora se mide todo en ECTS y grados o que ya no conoces a nadie estudiando en tu facultad. Pero no lo captas hasta que pasas la fecha del carnet. Confío en que la UNED tenga tarjetas de esas, que el síndrome de abstinencia es fastidiado.


En imagen, la Carjeta en un hipotético momento de despedida. En el fondo, no la he tirado porque, mientras esté en mi cartera, seguiré optando a descuentos por ser universitario. Prometo que antes de los 40 años la tiro, de verdad.

Tierra de faraones

Publicado el domingo, 16 de enero de 2011

La noticia de esta semana se llama Cidade da Cultura, un complejo cultural concebido por el ex presidente de la Xunta Manuel Fraga. Un delirio que arrancó en 1999 y cuyas puertas se empezaron a abrir el pasado 11 de enero. Digo aquello de "se empezaron a abrir" porque la pomposa inauguración del martes es la puesta en marcha de sólo dos edificios: la biblioteca y el archivo de Galicia. Quedan pues por concretar cuatro espacios más (se supone) y unos cuantos cientos de miles de metros cuadrados.

En 1999 fueron muchos los proyectos presentados por prestigiosos estudios de arquitectos: Nouvel, Perrault, Bofill, Portela o Eisenman, entre otros. Finalmente fue este último el que se adjudicó el concurso por su diseño de vanguardia y su innovadora concepción. El arquitecto estadounidense esbozó una montaña de formas onduladas en las que prevalecía la función artística al uso, creando un skyline rupturista con la Compostela actual. Un icono para la capital que convirtiera a Santiago en un nuevo lugar de peregrinación cultural.

Pero detrás de todas estas buenas intenciones y de la supuesta proyección internacional de Santiago (y Galicia) subyace lo de siempre: otro proyecto rebozado en megalomanía desmesurada. Algo, por cierto, de lo que no voy a dar lecciones, porque los valencianos adolecemos de proyectos faraónicos. Pero no puedo obviar que ya se han depositado en el Monte Gaiás más de 400 millones y no se prevé que baje de 550. O que la piedra que reviste sus fachadas y techos procede de una cantera insuficiente de un ex edil popular, algo que ha obligado a recurrir a Brasil. Minucias y sobrecostes.

Y todo esto sin formular la pregunta clave: ¿era necesario? El tiempo lo dirá. Mientras, en Galicia tenemos una nueva Ciutat de les Arts i de les Ciències. Que no digo yo que para reportajes de boda no vaya a animar a más de uno a pasar por la vicaría.

En imagen, un exterior de la Cidade da Cultura, gentileza de la galería de la fundación. Imágenes como ésta nos invitan a decir aquello de "serà per diners".

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