diciembre 2009

Las imágenes de un año (III)

Publicado el jueves, 31 de diciembre de 2009

Acaba el año y yo con estos pelos. Un año que, sin grandes buenas noticias, será recordado por las pérdidas que en él hubo, como casi siempre. Y aquí es donde Michael Jackson traspasó la frágil barrera entre el artista y el mito. Y se le valoró más que nunca. Y la red hirvió con montones de homenajes y, como no, teorías conspiratorias. Los grandes son así y, Gabriel Bouys, supo captar y enviar a todo el mundo un instante que ya forma parte de la memoria colectiva de todos nosotros.

Las imágenes de un año (II)

Publicado el miércoles, 30 de diciembre de 2009

Seguimos con la guerra de Afganistán, camino de convertirse en uno de los grandes problemas de Obama, precisamente. Y es que lo que parecía un paseo en comparación con Irak, va camino de convertirse en el nuevo Vietnam de los EE UU. La estrategia bélica de Obama pasa por sacar las tropas y pacificar la zona, algo harto difícil si no se actúa directamente en las raíces del problema: las enormes desigualdades entre los países. David Guttenfelder nos acerca esta imagen que, si no fuera por la desgracia que supone una contienda, hasta tendría cierta gracia. O ironía, dicho sea de paso.

Las imágenes de un año (I)

Publicado el martes, 29 de diciembre de 2009

Aunque de forma efectiva ya lo he hecho, voy a justificarme moralmente: dejo el blog en modo automático unos cuantos días. Esto quiere decir que, durante esta semana (y mientras acabo de planificar unos cuantos asuntos, voy y vuelvo a Valencia, cambio de año y todas estas cosas), el blog publicará unas cuantas reflexiones que se excusan en otras tantas imágenes. Un resumen, pero no de esos rancios que nos ponen en la tele estos días; a la vuelta, más y puede que mejor.


He escogido esta imagen porque simboliza todo lo que deseábamos los que, de una manera u otra, entendimos que el mundo sería un sitio mejor sin Bush, con Obama. Cuando se produjo aquel cambio en enero de 2009, más de uno pensábamos que las cosas iban a cambiar, se cerraría el chiringuito represor de Guantánamo y la política internacional, por fin, cerraría muchas de las heridas abiertas en estos últimos ocho años de gobierno republicano. Pero, desgraciadamente, casi todo sigue igual. Brennan Linsley ha sabido captar la esencia de la esperanza en el cambio.

A guanyar diners...(y 2)

Publicado el lunes, 28 de diciembre de 2009


De vuelta a la rutina me encuentro con que Joan Monleón ha muerto. Si no fuera porque llevaba ya varias semanas leyendo que estaba ingresado en el hospital y en una situación de deterioro bastante avanzado, hubiera pensado que era la típica broma de tal día como hoy. Hubiera tenido algo de mal gusto, pero aún así resultaba tan creíble como la de una que yo me sé que decía que se marchaba a estudiar a Canadá.


Pero no nos desviemos del tema. Monleón era una de las personas que más admiraba del mundo de la televisión y, tiempo atrás, ya le dedicaba una de las primeras entradas de este blog. Aquella vez decía algo así como esto:
Y, sinceramente, si ya lo respetaba por hacer reir a toda la generación de iaies valencianes, ahora mucho más. Mucho más porque él sabía el tipo de programa que hacía en aquel mítico Show de Monleón. Parecía casposo y de fiesta fallera, pero nada más lejos de la realidad: la clotxina, la paella rusa, el conill y el garrafó eran, en cierta manera, como los valencianos. Nos gusta lo chavacano, el humor rancio, sus pajaritas disparatadas, sus "5.000 pessetes" y aquellas mamachico valencianas, con vidrioles a cuestas. Me gusta, y de ahí mi respeto, porque supo captar la esencia de las comarcas valencianas, de las miles de Amparins que hay sueltas y porque mi abuela (que por supuesto se llama Amparín), fue junto a sus amigas a ver a Monleón.
Después de aquella entrada seguí descubriendo el gran apoyo que prestó al mundo de la cultura, especialmente a la cultura popular. Se metió a actor, a showman y a todo aquello que supusiera diversión. Porque él, junto a Els Pavesos, montó un grupo de música entre aficionados de su falla y comenzó a actuar. Con el tiempo, recopiló todas aquellas canciones de tradición oral que tan bien acaban por definirnos. Lo llamó El pardal de Sant Joan i la bolseria [1976], con prólogo de Joan Fuster y, todavía hoy, más de uno le estamos agradecidos (en Youtube se pueden encontrar todas las canciones). Pero las cosas son así y Monle ha dejado este olvido institucional para ser eterno, un referente de la cultural popular valenciana. Aunque siempre nos quedarán sus "a guanyar diners".

Las coincidencias planificadas

Publicado el miércoles, 23 de diciembre de 2009

Mañana emprendo un viaje (el enésimo en lo que va de año) a Valencia. Habré cruzado la meseta en dos cómodos plazos a bordo de sendos Airbus 321. Habré chafado tres territorios internacionales en distintas latitudes y longitudes. Habré pasado de conocido a poco conocido y a muy conocido. Y habré cogido dous voos, dos vuelos y dos vols. Habré, habré, habré...


Facturaré con destino a las Antípodas todos los enfados de estos días, las ausencias, los ratos de soledad y los momentos de bajón (que haberlos...). Pero embarcaré en equipaje de mano todos mis mejores deseos, mi mejor versión y un par de centímetros más (metafóricamente, por supuesto).

Y, si Santiago Renard quiere, mañana a estas horas me dispondré a comer a dos manos. Y si las alertas multicolores quieren. Y si Iberia quiere. Y si todo ese eje de coincidencias planificadas se alinea. Pero si algo falla y me quedo tirado en Madrid, cojo turrón para compartir en la inmensidad de la T4. Porque una Nochebuena sin turrón...¡es muy dura!

En imagen, algunos de los regalos que tengo que meter, todavía a estas horas, en la maleta. Y, como no podía ser de otra manera, un par de pastillas de turrón, que los enlaces son muy traicioneros...Por cierto, hay bolsas de tiendas en las que no he comprado nada, no voy a dar tantas pistas, ¿no creéis?

Cómprame, he dicho, ¡cómprame!

Publicado el sábado, 19 de diciembre de 2009

Me gusta la Navidad, porque está todo tan revestido de purpurina y serpentinas que te olvidas de algunas miserias. De hecho, a mí me gusta tanto la Navidad que trato de celebrarla todo el año (y he aquí la explicación a por qué nunca me enfado de verdad, porque si me parase a ver las miserias de mi vida, tendría para escribir tres libros y dejarme caer un par de veces por un programa de famosos). "¿Te podrás quejar?", dirán algunos; pues sí, como todos, aunque siempre habrá mucha más gente en peores situaciones. Y de ahí que intente vivir en el lado positivo, que todo es demasiado complicado como para vivir amargado.


El caso es que me encanta la Navidad porque todo el mundo intenta comprarte vilmente: se saldan cuentas morales, se reciben regalos de postureo y se trata de parecer más magnánimo de lo que se es. Tal es así que este año no me correspondía caja en el trabajo, una lástima. Pero afortunadamente cuento con algunos compañeros especialmente sensibles que, de sus propias cajas, ¡han conseguido completar una! Las palabras textuales fueron: "para nosotros eres tan de Caixanova como el que más, aquí tienes tu cesta". De verdad que éste ha sido uno de los mejores gestos que han tenido hacia mí desde que llegué aquí.

Estoy en contacto casi todos los meses con una chica portuguesa que se llama Dayana, encargada de comunicación de Cálem, una bodega portuguesa integrada en un holding de Caixanova. Hemos trabajado en algunos proyectos juntos y siempre me ha facilitado hasta la última coma de la información que le he pedido. Aún así, me ha enviado un estuche con un maravilloso vino de Porto de 1980. Ahora ya sólo estoy esperando una buena excusa para celebrarlo.

Por si fuera poco, la otra mañana se acercó por el departamento un artista local. Tuvo el detalle de regalarnos a todos los compañeros, sin hacer distinción de categoría, un bonito grabado numerado de su última colección. ¿Precio? Suficiente como para pagarme unos cuantos caprichos. ¿Valor? Incalculable que haya personas que te traten tan bien por escribir una nota de prensa, echarle una mano en un momento complicado o brindarle una sonrisa.

Me entero también que han sobornado a Toni con un Ipod Nano, gentileza de la Diputación de Alicante. Y, bien, aunque tiene su gracia el regalito de Ripoll, yo me sigo quedando con mi grabado. Con suerte algún día podré enmarcarlo y colgarlo de las paredes de un piso con un gusto estético más elevado. Y sonreiré pensando que, entre toda la ola de cinismo que envuelve esto de los regalos navideños, siempre hay pequeñas excepciones.

En imagen, un rincón que utilizo bien poco de mi casa, la mesa grande. Sobre ella, dos regalos que también esperan otros tiempos.

Cuestiones de Alicante

Publicado el miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cuestión número 1: llega a mis oídos (que también tiene delito que no me entere por mis lectores alicantinos) que Zaplana reaparece mañana. Sí, sí, el Zaplana que trabaja en Telefónica, que fue President de la Generalitat y ministro de turno. O, dicho de otra manera, el hombre con el bronceado eterno, el jefe del Consell con mejor percha de la historia o el representante de los valencianos que nunca consiguió hablar en valenciano. La excusa es la presentación de un libro de Francisco Sánchez, Domingos de un infractor, en el Auditorio de la CAM en Alicante. Y claro, al buen hombre le preguntarán por muchas cosas: que si fusión CAM-Bancaja, que si Gurtel, que si Camps...blablabla. Por favor, ¿hay alguien conocido que lo vaya a cubrir y me pueda pedir un autógrafo? [Aclaro que todo esto es ironía].


Cuestión número 2: paso por El Corte Inglés a franquear unas cartas, porque desde que he descubierto que tienen una estafeta de Correos con un horario compatible con el mío, soy feliz. De paso, me pongo a mirar posibles regalos y...¡pero qué es esto! Me encuentro con el libro que ilustra la entrada: Cocina tradicional alicantina. Creo que jamás había visto una portada tan llena de estereotipos. Creo que sólo falta una foguera al fondo, una Dama d'Elx y el propio Zaplana. Desde luego, ¡cuánto daño ha hecho el regionalismo rancio!

Cuestión número 3: el otro día en plena cena de departamento me suelta mi jefe "a ver, que por Alicante no sabéis de marisco, que te tengo que explicar todo". De repente me salió una vena un poquitín arrabalera y no pude más que decir: "sí, yo no distingo una cangrejo de una nécora y, si me tapas los ojos, todo el marisco me sabe a palito de cangrejo; pero de ahí a decirme que soy de Alicante...". Yo he descubierto que mi irrita casi tanto que me digan que soy de Alicante como de Aldaia (vale, aclararé esta broma, bajo riesgo de que sólo la entienda un 10% de lectores: en Valencia vivía en un pueblo llamado Alaquàs, vecino de otro conocido como Aldaia; ambos comparten calles con mobiliario urbano diferente e, históricamente, los niños de uno y otro municipio jugaban a tirarse piedras...muy cívicos). Lo malo es que he mostrado una debilidad recurrente para el futuro.

La nave de Yupi en Vigo

Publicado el lunes, 14 de diciembre de 2009

Antes que llegue la Navidad (no, no es una película de Bardem), voy a ser un poquitín cabroncete. Bueno, o realista. Muy pocas veces se me atraviesa algo pero, cuando eso ocurre, no es fácil que se me olvide.


Hace un par de meses inauguraron la nueva sede del Colegio de Arquitectos de Vigo. Muy bonito el acto, con Feijóo y todo (que no se pierde un sarao ni de broma). Dicen que la plaza en la que se ubica el nuevo edificio antes era un entorno bastante desagradable de Vigo, que hasta daba miedo pasar. Ahora -insisten los defensores- parece que se ha ganado en amplitud, luz y modernidad.

Pero, ¡ja! Me río yo de la amplitud, de la luz y de la modernidad. Me río de los edificios que son feos de narices, que no tienen ningún gusto estético o que le pegan una puñalada traicionera a los entornos sobrios. Porque yo soy partidario de que las cosas pretenciosas, cargadas de supuesto estilo se vayan a ese gran sitio llamado BCN @22. Pero los experimentos pseudo modernillos, mejor lejos de entornos protegidos, especialmente si hay edificios regios alrededor. Y no soy el único, dicho sea de paso.

En imagen, el Colegio de Arquitectos de Vigo. Imágenes como ésta me hacen pensar que Vigo tiene un aeropuerto limitado, pero las lanzaderas de naves espaciales están a la orden del día. Cuestión de gustos, supongo. A estas alturas, hasta Calatrava empieza a caerme simpático...

Historia de una ida y una vuelta (y II)

Publicado el jueves, 10 de diciembre de 2009

Valencia-Castellón-A Coruña; Valencia-Santiago-A Coruña; Valencia-Madrid-Santiago-A Coruña; Valencia-Castellón-Barcelona-A Coruña o Valencia-Barcelona-Santiago-A Coruña. En coche o avión, con pequeños tramos en tren o bus. Todas iguales, pero muy distintas. Así son las líneas que me he dedicado a marcar desde que aquel mes de agosto de 2007 puse una pancarta de meta en Galicia. Pero la vuelta de este último viaje fue un poco diferente: Valencia-Madrid-Vigo en tren, unas trece horas de odisea. Y es que, ¿quién dijo que tengo prisa?

  • Cuando sales y sabes que te esperan 13 horas de viaje, lo primero que tratas es de planificar el viaje: de Valencia a Albacete, leo un rato; de Albacete a Alcázar de San Juan, tomo algo y de Alcázar de San Juan a Madrid, vuelvo a leer. En Chamartín doy una vuelta, me empapo de espíritu ferroviario y me planto en el tren media hora antes de salir. Y vuelta a empezar con las siguientes siete horas. Por alguna razón, a la altura de Algemesí ya no sabes cómo colocarte en el asiento y, antes de llegar a La Encina, te has quitado y puesto tantas veces la sudadera que te preguntas si alguien juega con el termostato. En efecto, en Albacete tomas algo mientras piensas qué narices haces en este tren y maquinas tantas cosas...
  • No conocía las ventajas de la Sala Club de Renfe...gracias a la tarifa web, he podido disfrutarlas y no sé si volveré a acostumbrarme a mi habitual clase turista.
  • Por favor, por favor, por favor...¡que llegue ya la alta velocidad! No quiero volver a hacer este trayecto, excepto que tarde menos de 6 horas de puerta a puerta. Ahora empiezo a ver con más cariño el TAV Valencia-Madrid (un primer paso para el Valencia-Vigo). Por cierto, es una experiencia interesante entrar en un túnel y pasar 9 minutos y 40 segundos (o cerca de 29 kilómetros) sin ver la luz. Desde luego, es como ir del abaixador de La Pobla a Facultats en menos de 10 minutos y sin ver la luz.
  • Un enchufe y un Ipod cargado con una temporada de Friends son muy peligrosos. Así pasa que te acabas liando y te acabas viendo 16 capítulos del tirón. Creo que cierro los ojos y recuerdo todos y cada uno de los I'll be there for you.
  • Cuando viajas un poco avisado de lo que te vas a encontrar, descubres que no hay nada como el tren. Y cuando te encuentras por el camino cosas como el viaducto de Martín Gil, ya ni te cuento. Esta obra espectacular salva el embalse del Ricobayo del río Esla, cerca de Zamora. Empezó a construirse antes de la Guerra Civil y, cuentan los lugareños, que lo inauguró Franco (por aquello de que está cerca de un pantano), motivo por el cual se construyó expresamente un apeadero de perfil alto (no sé si me explico) sin uso comercial. Los vecinos acabaron por reivindicar que el apeadero de Franco fuera una parada (por aquello de bajar al río a darse un chapuzón). Al final, el río bajó demasiado, las gentes emigraron o acabaron por descubrir los beneficios de las piscinas municipales y Renfe eliminó la parada. Unos cascotes guardan una bonita anécdota.
  • Y esto mismo te lleva a actuar de dos maneras: nunca debes confiar en que la cobertura te va a acompañar por lugares en los que la civilización no crece y, cuando estás cerca de Portugal, apaga el móvil, bajo riesgo de que Movistar decida que ahora la cobertura la facilita una compañía lusa.
  • Por cierto, ya puedo decir que he visitado Segovia, Medina del Campo, Zamora, Puebla de Sanabria y Ourense. La verdad, lugares muy bonitos e interesantes para mis 30 segundos de estancia en cada localidad. Así da gusto conocer lugares.
Kilómetros a un lado, no hay nada como llegar a casa, soltar la bolsa y decir: "tengo tanto que contar". Y poder contarlo.

En imagen, un campo a la salida de Medina del Campo, localidad en la que el Grupo Siro fabrica galletas y Grefusa snacks a Mercadona y, 50 años atrás, mi abuelo desde el hospital estuvo a punto de punto de evitar esta entrada y este blog. Los más finos podrán ver en la imagen que no todo el campo es orégano, ni todas las tierras dan sus frutos.

Historia de una ida y una vuelta (I)

Publicado el miércoles, 9 de diciembre de 2009

Unos seis meses después he vuelto a Valencia (un corto puente, pero menos da una piedra). Y, como siempre, todo es igual y todo es distinto. Y el viaje de ida no iba a ser una excepción:

  • Renfe está estrenando unos nuevos trenes con megafonía trilingüe. Es una coña escuchar el nombre de aldeas con apeaderos, como Osebe o A Escravitude, en inglés: "Train destination A Coruña, next station A Escravitude". Eso por no contar que, como tiene mucho que decir, empieza a anunciar la parada de Santiago en Vilagarcía casi (chiste autóctono).
  • El dichoso Plan E también llegó a Santiago y, ahora, la parada de bus ya no está donde hace seis meses. Creo que he tenido mi primera discusión en gallego con el conductor. Pero me llevo dos lecciones: si donde antes estaba la marquesina ahora hay un inmenso agujero, algo falla y debo aprender a callarme; y necesito ampliar mi repertorio de expresiones de indignación en gallego.
  • Los de Ryanair están empezando a tener buen corazón: retraso de 20 minutos antes de salir de Santiago y uno de los azafatos se para a traerle un cinturón a una niña, para su osito de peluche; otrora, le obligan a meter el osito en la jaula esa, se lo hacen facturar y le cobran un suplemento de 40€. Por cierto, aquellas azafatas rubias albinas y azafatos pelirrojos y pecosos, con nombres impronunciables, pasaron a la historia. También suplantaron la vieja locución de seguridad de Ryanair en castellano; desgraciadamente la nueva sigue diciendo "en presecución".
  • No sé cuántos vuelos después, por fin despego de Galicia en pleno diluvio universal. Un espectáculo escuchar a la gente cada vez que pasábamos por turbulencias (por llamarlo de alguna manera). Mientras, bien aparcadito cerca de la cabecera de la pista, el nuevo jet privado de Amancio.
  • Ya en Madrid, lo mismo de siempre: mucho más frío y todo más grande. No me gusta nada su skyline, ni eso de ser un punto feo en un páramo. Tal vez por mis reticencias, Madrid se vengó de mí con montones de personas con gafas de sol, mientras yo aguantaba mi paraguas. Y las mías guardadas desde octubre en un cajón, cuán injusta es la vida.
  • Barajas, esa joya de la ingeniería española con cuatro pistas y con una capacidad de 100 operaciones a la hora, parecía el Aeropuerto de Reus. ¿La razón? Muy sencillo, el rádar de superficie de Barajas estaba estropeado (qué casualidad que todo se estropee en fechas señaladas o cuando se está negociando el nuevo convenio colectivo) y todas las operaciones se realizaban manualmente. Resultado, 15 minutitos de regalo a la llegada a Valencia.
Pero pese a todo...llegué. Aunque también volví, pero de eso no me toca hablar todavía.

En imagen, unos afortunados salen en el vuelo directo Santiago-Valencia de Air Nostrum. Otros, por 500€ menos, vamos con Ryanair por Madrid y llegamos tres horas después...

Mi nueva vida en el barrio Salamanca

Publicado el miércoles, 2 de diciembre de 2009

No le quería fastidiar la sorpresa al alcalde de Vigo, Abel Caballero, que esta mañana se ha paseado por la ciudad con Manuel Chaves, vicepresidente tercero y ministro de política territorial. Porque si por mí hubiera sido, os hubiera contado ya la semana pasada que mi vida ya no transcurre en Kosovo. Se acabaron las malditas obras del Plan E. Obras que, por cierto, ¡han tardado tres meses en acabar! Por fin puedo limpiar las ventanas y persianas sin miedo a que se llenen de tierra, salir a la calle sin pedirle al operario que apague la radial o jugarme la vida en pasos de cebra imaginarios con firmes irregulares. Esas pequeñas minucias que te transportan de vuelta a la civilización. Y que hacen al alcalde y los vecinos decir que "parece el barrio Salamanca de Madrid".


Os dejo a vosotros mismos que comprobéis, a través de Google Street View, cómo eran las cosas antes y, gracias a las diapositivas, cómo han evolucionado y acabado estas obras de humanización. El resultado de revestir todo con granito de Porriño, eliminar un carril a cambio de más aparcamiento y aceras más anchas y nuevo mobiliario urbano es espectacular. Y, sí, la respuesta a la pregunta latente es "no, no estoy enfermo, sólo soy una persona muy constante, metódica y, a veces, con mucho tiempo libre".

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