octubre 2008

Santiago polo que vale

Publicado el viernes, 31 de octubre de 2008

Allá por el año 1985, un gerontócrata Gorbachov llega al poder de una URSS decrépita, se organiza el primer encuentro internacional de la WWE, los primeros movimientos ecologistas comienzan a surgir en Barcelona y España entra en la CEE. A la vez, moría el gran Orson Welles y nacía Michael Phels y unos cuantos seguidores de este blog, entre ellos yo. Y, curiosamente, la Unesco declara como Patrimonio de la Humanidad el casco antiguo de Santiago de Compostela. Mañana podré dar buena cuenta de esta coincidencia.

Y es que, después de una semana de máster (y de abandono de blog, por cierto), llega el sábado. Como bien prometí antes de salir, mi primer viaje de placer dentro de mi plan "Galicia en la mochila", iba a ser a Santiago. Será por aquello del encanto de la torta de Santiago, la calle de las tascas o el Obradoiro. Mañana, siempre y cuando el vecino siga con su Wifi desprotegido, contaré qué tal Santiago y haré un breve resumen de mis dos semanas en A Coruña. ¿Muy ambicioso? Seguramente.

En imagen, unos céntimos de euro con el Obradoiro y, de fondo, un mapa de Santiago prestado por mi compañero de piso Eloy. Cosas como ésta me animan a seguir conociendo este sitio, con gente tan riquiña.

En mi lección de cultura gallega, hoy vamos a por una construcción que he escuchado a tres personas diferentes esta semana y que ya he incorporado. Cuando un gallego dice "a vaquiña polo que vale" en realidad te esta intentando decir que podemos ser muy amigos, pero que los negocios son los negocios. En el fondo, la pela es la pela.

¿María Abradelo está en A Coruña?

Publicado el domingo, 26 de octubre de 2008

La verdad es que te vas al fin del mundo, metes 1.000 km entre Valencia y tú, desintonizas TVVi y te prohibes entrar en Levante-EMV. De hecho, vas a tirar la basura y, en un aparcamiento perdido de A Coruña te encuentras con un bonito autobús de Els Jocs Esportius de la Comunitat Valenciana. Pero no lo ves claro: te das tres vueltas, cierras y abres los ojos y allí sigue. Y te preguntas: ¿qué narices hace un autobús como este en Galicia?

Yo no tengo la respuesta, porque estuve mirando de dónde era el autobús (Valencia, por supuesto), si el conductor tenía algo que hiciera pensar que fuera gallego (negativo, aunque supongo que él pensó que yo era un espia de Os Xogos Deportivos Galegos) o si, directamente, había alguna competición. Pero nada, era entresemana. ¿Habrá más entregas?

En imagen, un autobús con propósitos desconocidos. Cosas como ésta me dan miedo, porque en cualquier momento puede venir otro autobús con María Abradelo dentro y una corte de falleras.

En mi lección de cultura gallega, hoy toca hablar de una frase que puede llegar a desesperar. Los gallegos nunca dicen "para el año que viene voy a veranear a Pontedeume", sino "para el año voy a veranear a Pontedeume". Es una forma bastante interesante de ahorrar palabras, a costa de quitar parte de la localización temporal. Ex. Para la semana haré más entradas.

Faneca way of life

Publicado el viernes, 24 de octubre de 2008

El otro día paseando por la calle Real de A Coruña redescubrí una tienda de camisetas muy interesante. Venden esas típicas prendas que hacen mucha gracia, pero que nunca te pondrías. El caso es que encontré algo bastante gracioso y que, lejos de comprármela, me recordó a aquella vez que comí faneca. Para aquellos que no le acaben de encontrar la gracia, sólo diré que la faneca es un pescado bastante típico de estos mares, cuya composición viene a ser 98% espinas y 2% todo lo demás. Como me gusta decir, la faneca es "un saco de espinas" que provoca más muertes al año que el tiburón blanco. Así que, si veis una faneca en vuestro plato, por favor, ¡huid! Por supuesto, esta entrada va dedicada a Juana...

En imagen, una camiseta que, seguramente, no baja de los 20€. Cosas como ésta me demuestran que la faneca es un depredador incansable y que me persigue por el mundo.

En mi lección de cultura gallega, un chiste de nivel medio-avanzado que pude escuchar ayer en TVG. El programa rosa de la gallega llama Carallete a Falete (aclaro que yo no lo estaba viendo, sólo que entre la CNN y Bloomberg TV tengo TVG). La explicación de este mote es tan sencilla como buscar en un diccionario de galego el término carallo.

Coses de casa

Publicado el miércoles, 22 de octubre de 2008

Cuando estás lejos, lo que echas de menos es lo que no tienes. Echas de menos las lluvias torrenciales (aquí se llaman "llueve todos los días a todas horas pero no te mojas casi"), la familia (aunque el teléfono es una buena excusa para preguntar los deberes desde la distancia), la novia (después dirás que no te cito, ¿eh?), los amigos y unas cuantas cosas más de esas que llamaríamos "pequeñas que te hacen sentir como en casa".

Una de ellas es Mercadona. Aquí hay supermercados de todos los colores y texturas, pero también hay un Mercadona. Uno sólo y lejos de cualquier sitio en el que yo pueda estar, pero existe. Y el caso es que ir de compras a Mercadona es como estar en casa. Como se dice por aquí, tengo pasadas muchas historias en estas tiendas. Y poder comprar algo de Hacendado, reconozco, no deja de tener su cierta gracia. Una de ellas es que, por ejemplo, todos los recipientes de plástico vienen desde Aldaia y, la carne, desde Cheste. Anoche, sin ir más lejos, cenamos carne y empanada, una perfecta mezcla de culturas, sabores y sensaciones.

A otras cosas te acostumbras, como el suelo de madera y el nórdico de casa de Lui y Diego. O como empezar a vivir cerca, por fin, de donde vas a ir todos los días. Pero eso...otro día.

En imagen, dos bolsas repletas de mis cosas básicas, por supuesto compradas en Mercadona y en A Coruña. Cosas como ésta me hacen pensar que, los cambios, poco a poco.

En mi lección de cultura gallega, una palabra que existe en castellano, pero que sólo la he escuchado aquí. En Galicia tenemos tahonas y panaderías. En la primera el pan y las empanadas se cuecen en horno propio; en la segunda, no hay horno que valga... Ejemplo: el domingo me comí una empanada realmente rica (y la compré en una tahona).

Y sin embargo...llegué

Publicado el martes, 21 de octubre de 2008

Hace ya algunos días que puse pie en Galicia (o como se diría por allí, "he puesto"). Esto es lo que tiene viajar, que no siempre dispones de todo el tiempo que quieres para mantener el blog activo...pero si no vives, no hay blog. Porque para lamentarse hay que tener algo por lo que lamentarse.

Volvamos al tema...el caso es que llegué. Desde el sábado por la tarde ya estoy en A Coruña y, ahora mismo, a puntito de volar de casa de la prima y el marido de Cristina, Lui y Diego. No es que me echen, pero todos tenemos derecho a la independencia, especialmente ellos. Puede ser que desde este fin de semana empiece una nueva aventura en A Coruña, con dos chicas y un chico gallegos algo más cerca del mar. El piso, con algunas comodidades menos que el de Lui y Diego, está en la zona burguesa de la ciudad y casi huele a billetes de 10.000 pesetas. Por suerte, los colchones son nuevos y algunos de los muebles también (otros tienen más años que yo y estoy seguro que sacaría una pasta si los vendiera en el rastro).

Y como os he tenido un poco abandonados, intentaré hacer unas cuantas entradas estos días, antes de marchar de casa de Lui y Diego, porque luego estaré unos días sin Internet (justo cuando comienzo el máster y mientras nos dan de alta el ADSL). Y la de hoy, lejos de ser pretenciosa, sólo enseñará unas imágenes del vuelo del sábado. Procuré que estuvieran hechas a la misma altura, pero seguramente haya una diferencia de algunos centímetros (todos somos humanos).

En imagen, dos instantáneas del vuelo entre Valencia y Santiago (la primera a la altura de Riba-Roja y junto a la A-3 y la segunda sobre Santiago de Compostela, en un día bastante soleado). Cosas como ésta demuestran que en Galicia todos los días hace sol...volando a 1.000 metros de altura.

Como extra, voy a añadir una píldora de cultura gallega, para demostrar que me estoy integrando. Voy a bajar a echar el polvo (es decir, voy a bajar a echar la basura).

Piso, ¿dónde estás?

Publicado el miércoles, 15 de octubre de 2008

Cuando se vive en casa, no tienes que pensar en que mañana puedes dormir bajo un puente (excepto que tus padres hayan visto alguna vez el extinto De patitas en la calle). Ésa ha sido mi situación en los últimos 23 años, aunque no parece que vaya a durar mucho. En tres días un avión de Ryanair se posará grácilmente sobre Santiago de Compostela y habrá acabado la primera parte de la aventura: algo así como "me he atrevido, ya estoy aquí". Y empezará la siguiente fase: "muy bien, ¿ahora dónde duermo?".

Porque ahora mismo, no tengo piso. De hecho, hasta un simpático grupo de italianos ha encontrado una persona (italiana, imagino) para compartir su piso-morada del ocio. Triste... El caso es que no dormiré en la calle, por supuesto y gracias a Lui y Diego (sin duda tan tiernos como un Donut del día), y puedo ocupar su casa unos días. Mejor será para ellos que me echen rápido, no vaya a ser que pierda mi halo de misticismo a las primeras de cambio...

Retomando el tema de los pisos, la verdad que es un caos. Porque el que no está lejos, no tiene Internet, y el que no es un 20º sin ascensor ni escaleras o no cuenta con persiana en la habitación. Al principio pensaba ser un poco exquisito, pero ahora estoy empezando a renunciar a caprichos (léase ascensor, calefacción, "cercanía" o qué sé yo)... Y eso que no estoy hablando de convivencia, porque me he rebajado y he declinado descartar pisos repletos de chicas (sigo baneando apartamentos a compartir con sólo una chica), Erasmus o psicópatas encubiertos.

No sé cómo acabará todo esto, pero cada día me acuerdo más y más de los dolores de cabeza que Toni ha tenido durante 6 años de carrera para encontrar/mantener/buscar gente para su piso (por cierto, el chico ofrece habitación en Benimaclet y seguro que es un chollo, propuestas a mi correo). Y me acuerdo de la entrañable habitación que tenía Cristina en Brest, muy recogida, ultraalergénica y cara a más no poder. Pero la tenía y por ella la envidio. ¿Correré la misma suerte?

En imagen, una instantánea que hice el pasado año en el Campus de Burjassot, seguramente para Universitar. Cosas como ésta demuestran que la vida es caprichosa y que nunca se debe cantar victoria.

Un nombre, un proyecto, muchos deseos

Publicado el martes, 14 de octubre de 2008

Como buen ex estudiante de periodismo que se precie, por fin me he decidido a empezar esto que, por decirlo así, llamaré blog. Un lugar donde dejar un poso de lo que me rodea, de lo que espero que me pase y que servirá para demostrar que sigo vivo y para darle una vuelta de tuerca a todo aquello que he decidido que voy a vivir. Reconozco que este proyecto nació en cuanto leí mi nombre en la web de Caixanova (ahora es cuando todo el mundo clica y piensa "menudo autobombo se da" y el webmaster de Caixanova detecta un inusual tráfico de visitas desde Valencia), porque en ese mismo momento decidí que iba a tener un blog e iba a tener este nombre. Y lo mejor: estaba libre.

Tiene su explicación: la primera parte, eso de "Levante", viene de lo que me precede y de mi verano en el periódico más leído por los valencianos, en la delegació de La Costera-La Canal de Navarrés-La Vall d'Albaida. Tres meses llenos de gratas experiencias, inmensos momentos junto a personas que se han portado muy bien: la condescendencia de Ricard, la amabilidad de Ruth, la atención de PI, la sencillez de Isabel, la tensa armonía de Javier y Lolín, el misterio de David, la magia ilustrada de Tino y el descubrimiento personal (porque profesional ya lo daba por asumido) de Paco. Por supuesto, esto de "Levante" no viene de "levante feliz", que esa disputa está más que superada. Es por ello que, Levante-EMV, es el escalón que tengo justo detrás.

¿Y delante? Poniente. Aquí sí voy a jugar con la cartografía, porque me voy al final de la cartografía, al final de la tierra. O eso es lo que hubiera pensado 500 años atrás, cuando no había nada más allá de Fisterra. Y allí me voy.

En el camino quedan muchas preguntas, muchas ilusiones, muchos deseos y, sobre todo, muchos retos. Pero mejor será avanzar post a post. De momento, la sensación que me rodea a tres días y pico del viaje se resume con una frase de la que no desvelaré autor: "Todo lo que tenemos que decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado". Así sea.

En imagen, pantalla de información del coche el primer día de trabajo, justo a la entrada de Xàtiva (en efecto, 39º y sin estar al sol, ni ser un día demasiado caluroso). Cosas como ésta demuestran por qué Xàtiva es la millor ciutat del món.

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