Piso, ¿dónde estás?

Publicado el miércoles, 15 de octubre de 2008

Cuando se vive en casa, no tienes que pensar en que mañana puedes dormir bajo un puente (excepto que tus padres hayan visto alguna vez el extinto De patitas en la calle). Ésa ha sido mi situación en los últimos 23 años, aunque no parece que vaya a durar mucho. En tres días un avión de Ryanair se posará grácilmente sobre Santiago de Compostela y habrá acabado la primera parte de la aventura: algo así como "me he atrevido, ya estoy aquí". Y empezará la siguiente fase: "muy bien, ¿ahora dónde duermo?".

Porque ahora mismo, no tengo piso. De hecho, hasta un simpático grupo de italianos ha encontrado una persona (italiana, imagino) para compartir su piso-morada del ocio. Triste... El caso es que no dormiré en la calle, por supuesto y gracias a Lui y Diego (sin duda tan tiernos como un Donut del día), y puedo ocupar su casa unos días. Mejor será para ellos que me echen rápido, no vaya a ser que pierda mi halo de misticismo a las primeras de cambio...

Retomando el tema de los pisos, la verdad que es un caos. Porque el que no está lejos, no tiene Internet, y el que no es un 20º sin ascensor ni escaleras o no cuenta con persiana en la habitación. Al principio pensaba ser un poco exquisito, pero ahora estoy empezando a renunciar a caprichos (léase ascensor, calefacción, "cercanía" o qué sé yo)... Y eso que no estoy hablando de convivencia, porque me he rebajado y he declinado descartar pisos repletos de chicas (sigo baneando apartamentos a compartir con sólo una chica), Erasmus o psicópatas encubiertos.

No sé cómo acabará todo esto, pero cada día me acuerdo más y más de los dolores de cabeza que Toni ha tenido durante 6 años de carrera para encontrar/mantener/buscar gente para su piso (por cierto, el chico ofrece habitación en Benimaclet y seguro que es un chollo, propuestas a mi correo). Y me acuerdo de la entrañable habitación que tenía Cristina en Brest, muy recogida, ultraalergénica y cara a más no poder. Pero la tenía y por ella la envidio. ¿Correré la misma suerte?

En imagen, una instantánea que hice el pasado año en el Campus de Burjassot, seguramente para Universitar. Cosas como ésta demuestran que la vida es caprichosa y que nunca se debe cantar victoria.

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