noviembre 2010

Ding, dong, fin

Publicado el martes, 30 de noviembre de 2010

El deporte favorito de los no vigueses residentes en Vigo es, precisamente, rajar abiertamente sobre la ciudad. Más allá del tema en concreto, lo importante es criticar gratuitamente: que si tiene cuestas, que si siempre está en obras, que si se toman decisiones partidistas en cada adoquín, que sí... Es la eterna ciudad del "¿pero de verdad te gusta?". Y luego ya llegan las cosas que rasgan en la herida de un buen vigués: que si no es sede episcopal, que si no tiene infraestructuras de primera o, sobre todo, que si no es capital de provincia o autonomía.


El hecho de que Vigo no sea sede episcopal ni tenga una catedral propia, ya que comparte circunscripción con Tui, altera la vida diaria de sus ciudadanos. Sin ir más lejos, aquí las campanas que suenan cada hora no vienen del campanario de la concatedral, sino las de la sede de Caixanova. Extraño, sí, pero todos los días a las 8, 12, 15, 19 y 22 horas las campanas componen una melodía reconocible, mientras que a cada hora y su media avisan de la forma convencional. Algo tan característico para los que vivimos aquí que Siniestro Total las grabó e incorporó a una de sus canciones. Forma parte de la forma de hacer las cosas en Vigo.


El caso es que esta noche a las 22 horas sonarán por última vez las campanas de Caixanova, como en su día lo hicieron las de Caixavigo y la Caja de Ahorros Municipal de Vigo. Mañana repicarán a las ocho de la mañana, pero ya no serán las de Caixanova, sino las de la nueva Caixa de Aforros de Galicia, Vigo, Ourense e Pontevedra (todavía sin nombre comercial). Empieza un interesante escenario financiero en general y un -espero- apasionante futuro profesional en particular.


En imagen, la sede de Caixanova hace un par de meses, vista desde el Castro. Ganas tengo de cazar el momento en que desmonten el rótulo y cuelguen el nuevo.

Ratzinger 0 - Luis 2

Publicado el sábado, 6 de noviembre de 2010

La visita de Benedicto XVI (o Bieito XVI si adaptamos su nombre al gallego) a Santiago de Compostela está dando mucho que hablar. No en vano, estamos en Año Xacobeo y la comunidad no recibe la visita del máximo pontífice desde 1989. Será la segunda vez que un Papa visite la ciudad en pleno Año Santo, después de que Juan Pablo II lo hiciera en 1982. Aunque será breve, Bieito XVI tendrá tiempo para conocer la catedral de Santiago y ofrecer una homilía a 10.000 personas en el Obradoiro después de comer.


Y para que esta entrada no parezca patrocinada por la Conferencia Episcopal o redactada por un periodista de Popular TV, voy a llevar el asunto al terreno personal, ya que hoy marcaré mi segundo gol al jefe de la Iglesia. Si ya lo esquivé sin contemplaciones en 2006 cuando visitó Valencia, hoy no podía ser menos. Debo confesar, sin embargo, que el miércoles estuve en Compostela y la ciudad se preparaba para lo que venía: niños voluntarios, señoras que no se pierden una vista papal, carteles por todos los sitios, servicios de limpieza por todos sitios y, sorprendentemente, muchos más carteles de Eu non te espero de los que presuponía. Ni más ni menos que lo que se respiraba en Valencia hace cuatro años.


En el aire quedarán muchos aspectos que seguramente no tendrán respuesta hoy, como son la supuesta laicidad del Estado, los costes asumidos por todos y los escándalos que pesan sobre la Iglesia en estos últimos años. Pero ya se sabe, lo importante es que el Papa viene a Santiago. Pues venga, que lo pase bien y que tome mucho caldo.


En imagen, el cartel que han utilizado para promocionar la visita de Bieito XVI. Debo confesar que me da algo de miedo...

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