febrero 2010

El chico que soñaba con una toalla y un traje marrón

Publicado el domingo, 28 de febrero de 2010

La semana pasada crucé a Portugal por primera vez en mi vida. Parece mentira, pese a estar a 20 kilómetros desde julio, pero nunca tuve la oportunidad. Y es que lo dice Saramago: España y Portugal viven de culo.


El caso es que, junto a varios compañeros no vigueses de Caixanova, perpetramos la típica visita viguesa al país luso: compras. Tópicos a un lado, son muchos los gallegos que cruzan la frontera para llenar sus armarios con ropa de tiendas que no pasaron a este lado de la llamada raia. Otros, directamente, van a los outlets de diseñadores gallegos (sólo aptos para los que gastamos una talla 45 de calzado). Incluso algunos siguen yendo a por toallas y sábanas, claro, aunque no tanto como antes.

Con tantas historias por vivir en los centros comerciales de Portugal, al final acaba pasando lo de siempre: los que querían comprar no compran y los que compran no querían comprar. Desde ahora salgo de la ducha y piso una mullida toalla portuguesa; otros siguen buscando un traje marrón.

En imagen, la morralla que El Corte Inglés vende en sus tiendas de descuento de Portugal: vestidos a 1€. He visto disfraces de carnaval bastante más caros que esto. Eso sí, con mucha más dignidad.

De la galeguidade y otros turbios asuntos peyorativos

Publicado el viernes, 26 de febrero de 2010


Me llama la atención la fuerza con la que han caído en Galicia las palabras de Rosa Díez. No voy a decir que me sorprendan sus declaraciones, porque hace tiempo que conocía el pelaje de esta política que vive del "venid a mí, descontentos con PSOE y PP"; pero sí la crudeza con la que se ha quitado la capa.


El caso es que las famosas declaraciones de "gallego en el sentido más peyorativo de la palabra" han sido bastante mal digeridas por los gallegos. Los tres partidos del arco parlamentario, la Real Academia Galega, gente del mundo de la cultura y muchos anónimos a través de Facebook han dejado claro lo que piensan: Rosa Díez es persona non grata en Galicia. Y es que, en los 16 meses que llevo por estas tierras nunca había visto tal coincidencia mediática. Todo sea porque, evidentemente, no sienta bien que te recuerden que el diccionario dice que eres "tonto" o "no sabes si vienes o vas".

En las pasadas elecciones autonómicas se presentó por primera vez y consiguió casi 24.000 votos, aupándose a una meritoria cuarta posición y sin representación en el Parlamento gallego. No en vano, en las generales de 2008 consiguió más de 300.000 votos y en las europeas de 2009 cerca de 450.000 sufragios. Era, sin duda, el partido con más recorrido y llamado a tener la llave en muchas autonomías, incluso puede que en el Gobierno central. Algo me dice que en Galicia tardará en recuperar los votos perdidos esta semana. Ojalá esto sirva, al menos, de aviso a esta raposa política (por supuesto, en el sentido más peyorativo de la palabra).

Un Goya "algo" nuestro

Publicado el lunes, 15 de febrero de 2010


Definitivamente, la gala de los Goya de anoche fue la mejor en mucho tiempo. Seamos generosos: la mejor que recuerde. Por fin una ceremonia dinámica, cercana y entretenida. Por fin unos profesionales del celuloide con principios, humildes y prometedores. Por fin se dejó de lado el ombliguismo desmedido y se recordó que, si yo no voy al cine, ni me compro un DVD, ni elijo una determinada cadena de televisión; esto no funciona. Y esto me recuerda a cuando Amenábar, hace 14 años, nos regalaba una Tesis que más de uno no tuvo que olvidar. Y sin embargo lo hizo.


Después de la gala parece que muchos descubren al actor lucense de moda: Luis Tosar. Con 40 películas a sus espaldas, tres Goya y una celebérrima participación en la serie Mareas Vivas de TVG, parece un pipiolo para muchos. Pero ya se sabe, unos cruzan la ría de Vigo y acaban en Hollywood y, los otros, siguen por aquí con algo menos de glamour.

En cualquier caso, mi felicitación, porque todos los que vivimos en Galicia, gallegos o no, sentimos que este premio es también nuestro. Porque reconoce un trabajo bien hecho, con mucha humildad y dosis de trabajo. Y construido con anónimos, con un presupuesto razonable. El día menos pensado, alguien va y descubre a Sergi López.

El desembarco gallego en Moncloa

Publicado el sábado, 13 de febrero de 2010

Buena parte de las decisiones que toma el Gobierno central, acertadas o no, están en manos de gallegos. No en vano, cuatro de los 17 ministros que componen actualmente el ejecutivo de Zapatero falan galego na intimidade. Esta cifra sólo es igualada por los ministros madrileños y es superior a la comunidad andaluza, catalana o valenciana, que no es cualquier cosa.


Galicia está de moda y de ahí que tres de las carteras más importantes estén ocupadas por Elena Salgado (vice-presidenta segunda y ministra de Economía y Hacienda), Francisco Caamaño (ministro de Justicia) y José Blanco (ministro de Fomento), además de una cuarta algo más secundaria encabezada por Elena Espinosa (ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino).

Elena Salgado es tal vez la que tiene más dificultades al frente de su gabinete. Con una más que profunda crisis y una feroz presión externa, se puso al mando del ministerio que pilotaba un Solbes pre-jubilado y con la prohibición de reconocer la recesión. Un año después, parece que empieza a recibir alguna que otra buena noticia...¿serán los famosos brotes verdes? Por cierto, en Valencia todavía se recuerda su mediación entre la Generalitat y el Gobierno central con todo el asunto de la America's Cup.

La gran revelación del gobierno de Zapatero, en su renovación de 2009, fue José Blanco. Pepiño era el tío duro del PSOE, el que se divertía repartiendo estopa a diestro y siniestro. Pero un día le llegó su recompensa: un ministerio de los grandes con una predecesora polémica. A poco que consiguiera cerrar la boca iba a ser mejor que Magdalena Álvarez. Y, un año después, parece el único ministro del que no se puede reprochar casi nada: desbloquea la alta velocidad, fomenta el transporte por ferrocarril, le tira de las orejas a los controladores aéreos, da una respuesta coherente a las inclemencias meteorológicas y busca fórmulas para seguir con la obra pública pese a los recortes. Una alegría, sin duda.

Uno de los más silenciosos es Francisco Caamaño, ministro de Justicia. Parece que su cartera está pacificada, después del tiempo movido que protagonizó su antecesor, Bermejo. Aunque la calma, ya se sabe, es aparente. En cualquier momento puede explotar y saltar por los aires asuntos como el Estatut de Catalunya, la renovación del Tribunal Constitucional, la reforma de la Justicia y unos cuantos asuntos más que se acumulan. En Valencia fue catedrático de Derecho Constitucional entre 2002 y 2004.

La última, Elena Espinosa, es la discreta ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. No sólo lleva desde el primer gobierno de Zapatero, sino que en 2008 sumó a sus competencias las de Narbona. Su ministerio, especialmente generoso con Vigo en estos seis años, traerá a la ciudad la cumbre de ministros de Pesca de la Unión Europea. Una cita histórica, sin duda.

Es curioso, por cierto, como cada ministro tiene su pequeña historia con cada una de las provincias gallegas. Por ejemplo, José Blanco es de Palas de Rei (Lugo); Francisco Caamaño de Cee (A Coruña) y estudió y trabajó en Santiago; Elena Salgado nació en Ourense y Elena Espinosa, aunque también ourensana, fue presidenta de la Autoridad Portuaria de Vigo y de la ZUR de Vigo.

En imagen, el ministro Blanco firma con Feijóo el llamado Pacto del Obradoiro, el pasado mes de julio. Con este documento se comprometían partidas fijas para la llegada de la alta velocidad a Galicia, estableciendo un horizonte temporal fijo. Y, de paso, desbloqueando tramos paralizados hasta tres años por la anterior ministra.

Pon un Guillot en tu vida

Publicado el lunes, 8 de febrero de 2010

Me llegan noticias desde Lugo que cuentan que tengo un tío/primo/familiar lejano pintor. Digo que es familiar con un poco de retranca, pero también con algo de certeza: todos los Guillot del mundo hemos pasado de una manera u otra, directa o indirectamente, por Campanar. Pero no el Campanar pijo, ni siquiera el Campanar normalito. Estoy hablando del Campanar de poble.


Volviendo al tema, y tirando del hilo, he descubierto que seguramente me hablaban de Javier Varela Guillot. A más señas, un artista nacido en Vigo y uno de los más prolíficos pintores de la última mitad del siglo pasado en Galicia. Un hombre con muchas exposiciones a sus espaldas por toda la geografía.

La verdad es que ahora recuerdo una conversación que tuve nada más aterrizar en Vigo. De aquéllas descubrí que existía una interesante colonia de Guillots en Allariz, gracias a una compañera de Obra Social tal que:
- Buenos días, soy Luis Guillot, te llamo de comunicación de la caja.
- Hola. ¿Guillot? ¿De los Guillot de Allariz?
- Pues la verdad es que no...de los Guillot de Valencia.
- Ah, vaya. Pues hay muchos Guillot en Allariz y hasta un pintor muy famoso, ¿no serás familia?
- Bueno, tampoco somos tantos, supongo que de una manera u otra sí...
- Ya me sonaba el apellido muy catalán, bueno, valenciano, vamos, de por allí... [y aquí la conversación se metió en ese terreno farragoso político-identitario del que sólo se puede salir de una manera, a saber, cambiando de tema]
En imagen, la obra El peregrino del susodicho Javier Varela Guillot. Una lástima que, por su parte, se pierda el apellido...

Un buen día para encontrar

Publicado el martes, 2 de febrero de 2010

Y sí, por fin hoy es el día. Como alguien que yo me sé diría, hoy es el principio del fin o algo parecido. Porque, nos guste o no, es el día con el que hemos soñado todos los que vimos aquella playa llena de chatarra, turbinas en movimiento y personajes de lo más normales. Yo no me acostaré a las tantas esperando ese primer capítulo de la sexta temporada, ni siquiera me pelearé por bajarlo mañana. Necesito un poco de margen. Pero John Locke, ahí voy.


En imagen, un gráfico gentileza de Público [página 62], sin ningún tipo de duda el diario mejor maquetado y con mejores infografías en muchos kilómetros a la redonda. Una lástima que no sepamos valorarlo. La isla que tantas horas nos ha intrigado, dibujada en unos pocos centímetros cuadrados.

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