abril 2009

El diablo viste de Zara

Publicado el miércoles, 29 de abril de 2009

A vueltas con uno de los temas recurrentes de este blog: Amancio Ortega. Pero esta vez con motivos, ya que hace 10 días visité el complejo industrial que el buen hombre tiene en Arteixo. Un verdadero enjambre industrial tan bien pensado y concebido que da envidia. Mucha envidia. Como no se trata de aburriros, os contaré algunas cosas curiosas que aprendí aquel día, a modo de enumeración.

Allí trabajan unas 4.000 personas y se encargan de todo lo relacionado con la producción y logística de Zara, Zara Home y Uterqüe. Pull & Bear está en Ferrol y Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius y Oysho en Barcelona. Además, cuentan con una planta logística en Zaragoza y un centro de devoluciones en León.

  • Existen unas 100 personas en Arteixo que se encargan exclusivamente de ver cómo han evolucionado las ventas de las tiendas en el día anterior. Tienen potestad suficiente como para mover las colecciones de un establecimiento a otro o, mejor, de un país a otro. En segundos: ¡toma velocidad de reacción!
  • Conocí a la señora que se encarga de que todos los pantalones de la talla 42 vengan con 6 centímetros más de largo de lo que necesito. Le saludé sin acritud.
  • Definitivamente, allí dentro hay estilo. Algunos tienen tanto estilo que no deberían salir ni a la calle.
  • Se pueden llegar a diseñar unas 10.000 prendas por temporada para Zara Kids. De ésas, una pequeña parte acaba en las tiendas.
  • Desde que una pieza de ropa es aprobada hasta que está disponible en todas las tiendas del mundo pasa un máximo de 12 días.
  • El 98% de la colección es idéntica en todos los países del mundo. Tan sólo varían tres cosas: las tallas en Asia (que incluyen hasta la 32, por la morfología de la mujer asiática), el largo de determinadas minifaldas (porque inclumplen la ley en algunos países) y las repeticiones de cada lote.
  • Cada temporada se elige la música que va a sonar, creando diversos CDs con un total de 500 canciones cuya letra es en inglés. Por supuesto, también se elige el perfume de las tiendas Uterqüe.
  • En Arteixo tienen 36 escaparates en los que escaparatistas montan sus creaciones. Pude ver los escaparates de esta temporada y los de la temporada otoño-invierno 2009 (en negro, por cierto). Detrás de una lona se perfilaban las modificaciones de Navidades y los de primavera-verano 2010. Me gustan.
  • Me aclararon que, una vez terminada la temporada, recuperan parte de la inversión vendiendo el atrezzo a empleados, proveedores, clientes, minoristas...
  • Existe una reproducción exacta de Zara (con Zara Kids y TRF), Zara Home (con Zara Home Kids) y Uterqüe. ¿El sentido? Situar cada pieza en su sitio, experimentar, medir el impacto de cada acción antes de llevarla a la tienda de la calle.
  • Debajo de las fábricas hay kilómetros y kilómetros de túneles inteligentes que transportan cada prenda de ropa después de ser planchada al camión que la transportará a su destino. Sí, sin la intervención de ninguna persona. Está adaptado del modelo logístico de Toyota y el del servicio postal en EE UU.
  • En el proceso de corte se aprovecha el 90% de la tela. Me cuesta creer que no haga nada de provecho con ese 10% restante...
  • Paga a sus proveedores 120 días después de la recepción de la mercancía (a veces, consigue hasta 150 días). Eso quiere decir que juega con el dinero antes de pagar al menos durante 100 días.
En imagen, algo de lo que me dejaron fotografiar en la planta de logística de Inditex en Arteixo (concretamente la línea de distribución de productos empaquetados según tienda). Imágenes como ésta me demuestran que, vista o no de Zara, el diablo seguro que tiene acciones de Inditex.

La teoría de la "Y"

Publicado el lunes, 27 de abril de 2009

Sin darme cuenta, el viernes formulé mi primera teoría económica. Sí, sí, como suena. Estaba yo tan tranquilo en clase, con el director de la Escuela de Negocios de Caixanova cuando se me ocurrió, por arte de magia. Estábamos discutiendo con el buen hombre sobre qué pasaría con la actual crisis, partiendo de la maravillosa cifra de parados publicada ese mismo día. Él insistía en que, frecuentemente, se hablaba de que los ciclos en economía siguen el patrón de la "U", esto es, que suben y bajan. Muy correcto.

Pero viendo la magnitud de esta crisis, nadie sabe si seguimos cayendo, ya hemos acabado de caer o si más nos vale comprar un tractor e irnos a Cuenca a vivir del campo. Y fue aquí cuando, en un tono más distendido, dijo que algún economista ya buscaría un nuevo nombre para referirse a esta situación. Y a mí se me ocurrió decir "la y". Bien pensado, tiene cierta gracia ver cómo define a la actual situación. Técnicamente empezó como una desaceleración cíclica y, sin darnos cuenta, se hundió hasta debajo del renglón. Y sigue, sigue, sigue. Además, todos vemos cómo baja, pero no se encuentra el trazo para volver a subir, aunque todo el mundo insiste en que habrá recuperación.

Por supuesto, todo esto que he contado es cierto, pero no creo que me haga famoso. Pero, por si las moscas, dejo escrito este post, no vaya a ser que algún gurú de la economía venga a formular su teoría de la "Y"...

En imagen, la cartelería central de mi teoría. Estoy acabando de perfilarla, para que no parezca hecha en Paint...

La verdadera historia del Capitán Guillot en la ría de Vigo

Publicado el sábado, 25 de abril de 2009

Sábado por la mañana y, por fin, puedo disfrutar de un café calentito en mi taza de Nescafé mientras contemplo el final de Juan Flórez, al norte. Detrás de la última finca que veo, a no más de 300 metros, está la playa de Riazor. No la veo, pero sé que está ahí. A veces trato de sacar la cabeza por la ventana, miro al este y veo, al fondo, algo de agua. O la intuyo, como intuyo la ría de A Coruña. Porque sí, no son pocos los gallegos -no coruñeses, claro- que no tienen ni idea de que esta ciudad tiene ría. Pequeñita, pero ría al fin y al cabo. Lejos de la inmensidad de la ría de Arousa, la de Vigo o la de Pontevedra, pero ría.

Y el caso es que aquí las rías son sitios bonitos, con el encanto de las mareas y del verde fundido con el azul. A veces me recuerdan a pequeños trozos de bollo que flotan en la leche, que no se quieren acabar de hundir, pero que siguen siendo altivos. Y, pese a todo, son lugares bastante bien conservados y no demasiado explotados por el turismo, en su gran mayoría. Pero no olvidemos que los madrileños llegan a todos los lados...

Todo este rollo pretende llegar a un sitio y es que el jueves estuve por la ría de Vigo. Vaya novedad, diréis algunos. Más cuando, entre unas cosas y otras, voy una vez al mes a esta ciudad. Pero esta vez fue diferente, ya que estuve navegando por la ría. Caixanova nos propuso una actividad que consistía en formar equipos y navegar en un pequeño velero de 39 pies de eslora (algo así como 12 metros). Por supuesto, sin motor y con la única ayuda de una suave brisa de componente oeste. Una vez dentro, y con la ayuda de un patrón, aprendimos las cosas básicas para que aquel artilugio se moviera decentemente y sin peligro. Más allá de esto, dentro del velero, cada uno contaba con un rol a desarrollar, en el contexto de la Batalla de Rande. Empecé siendo el primer oficial de un navío francés y, tras un motín y contramotín, acabé -literalmente- como capitán a los mandos del barco y mandando cazar la génova o arriar la mayor. Una sensación indescriptible, por otra parte.

Y durante todo el trayecto, dos reflexiones. La primera aclaratoria, especialmente para los que me leen desde el Mediterráneo, pues no quiero que piensen que la vela por estas tierras se entiende con el pijerío de la America's Cup. Por aquí existen muchas escuelas de vela para niños subvencionadas por Caixanova y Caixa Galicia. Esto supone que, si bien es cierto que no es un deporte popular, tampoco podemos decir que sea mucho más caro que practicar natación, gimnasia rítmita o tenis. Y la segunda reflexión tiene mucho que ver con las posibilidades de esta ría. Porque el turismo de playa y montaña empieza a caducarse en Galicia (como ya lo está, por cierto, en Valencia). Y es una lástima que Galicia no siga el modelo de la Bretaña Francesa. Pero no me meto más, que lo reservo para entradas futuras.

En imagen, la ría de Vigo, con unas bateas en primer término, el puente de Rande justo detrás y, muy difuminada, la ciudad al fondo a la izquierda. Imágenes como ésta me dan una tranquilidad...

Chove, chove e chove (marzo de 2009)

Publicado el viernes, 17 de abril de 2009

Marzo ha sido el segundo mes que más tiempo he pasado por A Coruña, aunque parezca increible (teniendo en cuenta mi escapada a Valencia). El caso es que el invierno se fue y ya está sobre nosotros la primavera...que esperemos se sepa comportar. El caso es que no me quejaré, que parece que la climatología se ha portado bien este mes.

Atendiendo a una petición de Eloy, que considera
que esta serie de entradas son las más aburridas de mi blog ("las más y no las únicas", hace notar), propongo una cosa. Si nadie deja un solo comentario en esta entrada, dejaré de publicarlas. Creo que es un precio justo y la única manera que tengo de saber si Eloy está equivocado o no. Así que...en vuestras manos quedo.

Proyectos estratégicos de transporte (I): Ferrocarril

Publicado el miércoles, 15 de abril de 2009

Bienaventurados los que sigáis leyendo esta entrada después de esta primera frase, porque os espera un verdadero torrazo. Y es que, en algún momento, tuve la genial idea de hablar de proyectos estratégicos de transporte en Galicia. Así, como quien no tiene nada que hacer. Y no se me ocurrió nada mejor que tratar en cuatro entradas ligeritas qué ocurre en estas tierras en cuatro aspectos clave: carreteras, ferrocarril, aviación y marítimo. Ahí queda eso. El caso es que me permitiréis (y agradeceréis) que no me extienda durante hojas y hojas (seguramente porque no podría rellenarlas), ni que sea tan escueto como (sueño que) acostumbro. Por aquello de adaptarse al tema.

Y empiezo con el ferrocarril, que para algo me parece lo más interesante. Lo primero que debo aclarar es que alguien como yo, que se ha pasado cinco años de su vida cogiendo cercanías todos los días para ir a clase, está más que curado de espanto. Una vez llegué a contar las horas que había perdido en aquellas viejas cafeteras, pero decidí olvidarlo cuando pasó de varias semanas. Aún así, me gusta viajar en tren, me reconforta y me permite reinvertir el tiempo, en lugar de perderlo. Y en Galicia, afortunadamente, he utilizado mucho el tren.

Una de las primeras cosas que me llamó la atención fue el uso casi abusivo del autobús. Uno de los primeros factores que explica este hecho es la distribución geográfica de estas tierras, donde no hay tren que llegue a todos esos concellos. Otro, por supuesto, el estado de abandono en muchas de las líneas, que parece corregirse levemente en los últimos años.

Galicia está vertebrada, ferrocarrilísticamente (¡toma palabro!) hablando, por cuatro ejes: la conexión con Palencia que busca Barcelona y Bilbao, la conexión con Ourense que busca Madrid, el Eje Cantábrico entre Ferrol y Oviedo y el Eje Atlántico entre Ferrol y la frontera portuguesa. Cuatro líneas, por cierto, tratadas de manera muy dispar.

Por ejemplo, la línea de Palencia es un auténtico caos. No es comprensible que cueste hasta 15 horas llegar a la capital condal o más de medio día plantarse en Irún. Como suele pasar en todas estas líneas transversales, no hay ninguna propuesta de mejora y, quién sabe, tal vez empiece a ser sospechosamente abandonada.

La otra gran joya transversal es el ferrocarril de vía estrecha que gestiona FEVE entre Ferrol y Oviedo. Se trata de una reliquia del siglo pasado que podría vertebrar toda la cornisa cantábrica. Pero, en realidad, se queda en un más que dudoso corredor condenado a la desaparición. Normal, teniendo en cuenta los más que poco competitivos tiempos de viaje.

Las cosas pintan algo mejor con la conexión entre Galicia y Madrid. Como pasa en estos casos, cuando la radialidad manda, se están consiguiendo grandes avances. De momento, los gallegos tienen la Alta Velocidad en Valladolid y se empieza a vislumbrar el camino del AVE en estas tierras. Los más optimistas dicen que en 2012 podría llegar a Santiago. Lo dudo. Pero no cabe duda que en los próximos cinco años el tren se convertirá en un duro competidor del avión en este trayecto. Pero, eso sí, de momento se tienen que conformar con dos trenes al día, cuyo tiempo de viaje oscila entre las 8 y 10 horas. No está mal.

Y, por último, mi corredor preferido: el Eje Atlántico, que vertebra la parte occidental de la comunidad y conecta núcleos como Ferrol, A Coruña, Santiago, Vilagarcía, Pontevedra y Vigo. Actualmente se encuentra en obras que permitirán elevar las velocidades decimonónimas a algo acorde a estos tiempos. De momento, no hace más de tres años que A Coruña y Vigo estaban a tres horas; ahora a dos y en un futuro a medio plazo, a una hora. Sin embargo, la dichosa crisis ha alargado de momento la extensión de este corredor de manera efectiva a Portugal y Ferrol.

Además, no podemos olvidar, el potencial del transporte de mercancías. Actualmente está algo desaprovechado el tráfico intermodal en el puerto de A Coruña (y, por supuesto, en el de Vigo, que no tiene ni conexión propia), pero todo parece indicar que las cosas van a cambiar según se gane en tiempos de trayecto.

En cualquier caso, el ferrocarril parece que va a ser uno de los grandes protagonistas de los
próximos años. Con luces y sombras, ya que todo aquello que quede fuera del Eje Atlántico y la conexión con Madrid va a tener serios problemas de supervivencia. Pero me froto las manos pensando en un Madrid-Santiago en algo menos de 3 horas...

En imagen, el mapa del ferrocarril en Galicia. Siempre me gustó aquello de "bueno, yo sé de que van los reportajes a través de las fotos, no porque los lea". Pues ahí dejo la puerta...

Acumulando polvo

Publicado el domingo, 12 de abril de 2009

Hablaba en la última cena del máster sobre gustos musicales. Allí éramos unos cuantos intentando clasificarnos en clave de luna, por llamarlo de alguna manera. Y, de pronto, salió Bob Marley. Alguien, por cierto, que nunca me acabó de gustar pero a quien tengo mucho respeto por lo que consiguió desde un escenario. Y, casi sin querer, alguien nombró aquella vieja canción, Redemption Song. Y no pude evitar recordar aquella época de conciertos cada dos semanas. Y no pude dejar escapar la oportunidad de enchufar la gramola y reproducir esta versión de Inadaptats.

Sobre el ingenio en tiempos de crisis

Publicado el viernes, 10 de abril de 2009

Hace algún tiempo que me di cuenta de que me habían engañado. Sí, sí, aquí. Yo contaba, en aquellas fechas que había aparecido un anuncio de una peluquería de barrio de A Coruña protagonizado por Fernando Torres. Cutre a más no poder. Tanto...que era marketing viral.

Los señores de Banco Gallego (por cierto, entidada bancaria de la que Caixanova posee el 50%) creyeron que por Youtube y las redes sociales tendría bastante alcance ver a Torres anunciando negocios de supuestos amigos. Que si adiestrador de perros, profesor de tenis o peluquero. Y, sinceramente, me la colaron por la escuadra con la peluquería. Dicho sea de paso que con lo de adiestrador de perros no, que ya era mucha casualidad...El caso es que, sea como fuere, han conseguido cierto eco para su Depósito Amigo. Y, lo mejor de todo, con una inversión muy baja. Enhorabuena pues...

En imagen, el cartel que, semanas después, han colgado en todas sus oficinas. Imágenes como ésta me demuestran que no me tengo que fiar...¡ni de una peluquería que está bajo de mi casa!

Una ministra ¿inapropiada?

Publicado el miércoles, 8 de abril de 2009

Aquellos que me conocen saben que no soy un conservador en términos políticos, precisamente. Suelo estar, por lo menos, del lado de los que se plantean las cosas unas cuantas veces antes de juzgar, provengan de donde provengan. Éste es uno de los motivos por los que no tengo carnet de ningún partido, ni de casi ninguna asociación. Admiro personas y hechos, pero en un momento puntual. No me pidan que sea fiel, porque de eso sólo entiendo con mi novia y mis amigos.

El caso es que hoy Zapatero ha renovado su ejecutivo, tan sólo un año después de su reelección. La excusa, la misma que todos utilizan desde hace unos meses: la crisis. Comprensible, por otra parte, porque las condiciones han cambiado, por lo menos. El caso es que, más allá de la simpatía que me produzcan los nuevos-veteranos ministros y la oportunidad perdida de aligerar ministerios, hay un nombramiento que me llama la atención, el de Ángeles González-Sinde como ministra de Cultura. No pondré el pie en terreno político, lo prometo.

Veamos, esta señora es la actual presidenta de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España. Un cargo al que llegó hace algo más de dos años y en el que ha marcado una pauta: en el cine español las cosas se están haciendo bien e Internet tiene la culpa de todo. Claramente ha apostado por cargar contra todo lo que tiene que ver con el P2P y las descargas. Y esto, por supuesto, ha hecho que todo Internet haya clamado contra ella, incluso antes de prometer su cargo.

Se trata, pues, de una mala jugada política y un guiño al decepcionado y fiel lobby del cine. Soy un férreo defensor del cine, pero no de la mayor parte del cine que se rueda en este estado. Odio el cine encasillado en el que está sumida esta industria por estas tierras desde hace unas cuantas décadas y ese exceso de ombliguismo, por llamarlo así. Tampoco me gusta la ley del cine y, sobre todo, los métodos de financiación que establece, en los que sangra a la televisión y sobrefinancia proyectos sin un mercado cultural (ojo, que no económico).

¿Qué nos espera? Pues persecución y aplicación del modelo francés de tres avisos. Y, quién sabe, focalización de los recursos en el cine. Y, me temo, que confrontación. Ya no por cómo lo haga, sino porque la gente estará especialmente sensible. Y, lo siento, pero yo no puedo estar de acuerdo con un modelo de negocio que se quiere encadenar al pasado, a considerar Internet como un enemigo y no como un aliado. Porque, señora ministra, yo he ejercido de periodista y mis noticias se podían leer gratuitamente en la web. ¿Magia? No, estudio de necesidades y adaptación a la demanda, buscando canales de financiación alternativos. Tal vez mejor nos hubiera ido si hubiéramos pensado en una ministra apta para la segunda década del siglo XXI...

En imagen, uno de los banners que ya pululan por Internet, en contra de la nueva ministra. De los grupos de Facebook y los comentarios de Twitter mejor no hablamos.

El día que Obama y yo vivimos peligrosamente

Publicado el lunes, 6 de abril de 2009

Todo esto de la globalización siempre me ha sonado muy bien. No porque me guste del todo, ni porque me la acabe de creer, sino porque parece que es uno de esos conceptos que todo el mundo conoce. Y que no asusta si lo utilizas a altas horas de la madrugada. Otro cantar es aquello de la glocalización (que me parece mucho más acertado, aunque bastante más peligroso en su uso). Pero, nos guste o no, nos lo creamos o no, la globalización nos rodea. No nos damos cuenta o no queremos pensar en ello a todas horas, pero ahí está. Y el viernes me lo demostró.

Pongamos por caso que yo viajaba de vuelta a Valencia, con una de aquellas rutas gentileza de quien no piensa nunca más allá de la disposición radial. A Coruña-Barcelona en avión y Barcelona-Valencia en bus. Entre el avión y el bus, por cierto, tres horas de espacio y con la única excusa de cubrir en cercanías unos 30 minutos entre El Prat y Barcelona Nord. Todo bien hilado y, en conjunto, en un tiempo razonable, 10 horas de puerta a puerta. Pero no.

Contextualicemos. El día de antes de mi viaje se había celebrado en Londres la reunión del G-20; el mismo día de mi viaje, la celebración del 60 aniversario de la fundación de la OTAN en Estrasburgo. Dos actos de suficiente entidad, con líderes mundiales de primer nivel y, es fácil suponer, con medidas de seguridad extremas. Tan extremas que toda Europa pagó con retrasos el celo por la protección de Obama y compañía. La simpática azafata que me tocó en el avión se excusó del retraso de más de una hora que tenía acumulado mi vuelo y me dijo que Londres era un caos. Y es aquí como, tal vez por el capricho de una persona y su Air Force One, 160 llegamos tarde a Barcelona (y gracias que conseguí llegar al autobús, no sin suspense y subido en un taxi que cruzaba la ciudad condal peligrosamente). Porque, en el fondo, el mundo está conectado.

En imagen, mi entrada triunfal en Valencia, en plena madrugada. Cosas como éstas me demuestran que lo mejor de los viajes es acabarlos. Y, cosas como éstas, me sirven para explicar por qué Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor (¿Quién dijo contaminación lumínica?).

Vaya con la doctora

Publicado el viernes, 3 de abril de 2009

Ésta es una de esas entradas sin ningún tipo de sentido y que se sustentan en una imagen. Con bastante poco sentido. Pero es que me permitirán mis avezados lectores que disfrute de mi gozo cuando encuentro justo al lado de mi casa cosas como ésta: "Dra. Carrajo". Y, bien, seguramente no tendrá ninguna gracia, pero en la última excursión a Mercadona a la que se apuntó Eloy, me imaginé que la susodicha doctora debía ser rusa-gallega (aunque posteriormente imaginamos que hablaba en castellano). Para los que, directamente, no saben por dónde van los tiros, tal vez aquí les echarán una mano. Y es que, con mucha imaginación, una rusa (de la madre Rusia, que dirían por ahí), haría confundir su apellido con esta forma tan curiosa.

En imagen, la consulta de la Dra. Carrajo. Imágenes como ésta me demuestran que conseguir una sonrisa es inversamente proporcional al peso que tiene. Por cierto, publicidad ¿involuntaria? de Zara.

De cara a la galería

Publicado el miércoles, 1 de abril de 2009

En Galicia hay dos ciudades que compiten en notoriedad: Vigo y A Coruña. En población andan parejas, en peso económico y político también. Unos tienen Inditex y los otros Citröen. Y esta innegable similitud no hace más que acrecentar las rivalidades habituales. Y si a esto le sumamos el componente futbolístico que nunca falta en las luchas, pues nos damos cuenta de algo: un coruñés y un vigués siempre se van a mirar con recelo.

A mitad camino entre las dos estoy yo. Que no soy de A Coruña, ni de Vigo. Que por unas cosas (llámenlo cuestiones familiares) o por otras (llámenlo cuestiones laborales), tengo motivos para no decantarme. No debo, no. Esta incómoda posición me serviría para decir en Vigo que me gusta más Vigo y en A Coruña, que me gusta más A Coruña. Pero no.

El caso es que los vigueses critican A Coruña por dos cosas: por el tiempo y por el afán de los coruñeses de vivir de cara a la galería, de proyectar más de lo que son (algo, por cierto, que se une a los comentarios que he recibido en mi anterior entrada). Sobre lo primero, me permitirán mis lectores, no diré ni palabra. Sobre lo segundo, posiblemente tampoco deba, y más sabiendo de dónde vengo. Pero no puedo evitarlo. Porque A Coruña es una ciudad de contrastes, en la que te encuentras con edificios cuidadosamente restaurados y otros cayéndose a trozos, en cuestión de metros. Como en todas las ciudades, es cierto; pero no deja de ser llamativo ese afán por dejar la suciedad sólo bajo la primera capa de gotelé. En Valencia hace falta una investigación judicial para sacar los trapos sucios, al menos. Los vigueses, dicen, no son así. En unos meses rescataré esta entrada...

En imagen, dos edificios en una céntrica calle de A Coruña, en pleno centro comercial y económico de la ciudad. Imágenes como ésta me demuestran que de desequilibrios entendemos todos.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails