Mi cambio de nacionalidad

Publicado el viernes, 3 de junio de 2011

Esta semana, por fin, he regularizado una situación que me traía de calle desde que llegué a Galicia. Ya hace más de dos años y medio que vivo y pazo por estos lares y, hasta el miércoles, lo hacía con un halo de misticismo made in Valencia. Pero se acabaron esos tiempos de naranja y paella: me he nacionalizado vigués. Dicho de otra manera, mucho menos exótica, me he empadronado en esta ciudad.

Pero no, no soy un romántico, me he inscrito en las listas por puro interés. Pese a que cotizo todos los meses a la Seguridad Social, tengo un contrato de trabajo en la provincia de Pontevedra y puedo demostrar que pago mis facturas, la Xunta exige que esté empadronado en Galicia para prestarme la prestación básica sanitaria. Eso no quiere decir que si agonizo a la puerta de un hospital no me vayan a atender, sino que no opto a médico propio, no hay recetas para mí y no puedo coger una baja, porque ningún médico me tiene entre sus pacientes. Y así he vivido todo este tiempo, en el filo de la navaja de gastar días de vacaciones cuando me constipo. Aún suerte que procedo y vivo de dos comunidades gobernadas por el PP (que, por cierto, tras el 22-M tampoco es tan raro), sino ya podía agonizar.

Después de esta crítica a las incoherencias entre los diferentes sistemas sanitarios de las comunidades, llega la parte que más me gusta, porque ahora ya soy un ciudadano más en Vigo. Y es que ser vigués es una forma de entender la vida, como el que es cubano, japonés o suizo. No es ni mejor, ni peor, sino diferente. Ya os he contado de sobra cómo es esta ciudad. Pero tranquilos, coruñeses, que no me han obligado a jurar un odio eterno hacia LaCoru, ni al Dépor.

El único gran problema es que esta tarde cuando he ido a solicitar mi médico en Vigo he perdido parte de mis privilegios como valenciano, justo en el momento en que requisaban mi tarjeta sanitaria valenciana. No son muchos los derechos adquiridos, pero eran míos. Por ejemplo, valencianos, a priori dejo en vuestras manos el devenir político de les Corts en 2015 y la continuación de lo que hemos iniciado en 2011. Así que no más rajadas sobre política. También queda en vuestro deber la defensa de l'orxata, les taronges de Tavernes y la Muixeranga d'Algemesí. Y cambiar cómo somos percibidos los valencianos desde fuera, pero ése es otro asunto.

En imagen, la plaza de América de Vigo, un punto de encuentro y celebración locales. Desde ahora, mi punto de encuentro y celebración.

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