O primeiro paso (e fin)

Publicado el lunes, 14 de junio de 2010

Desde hace un rato sé que, oficialmente, he cerrado uno de esos círculos que empecé allá por el mes de septiembre: he aprobado el nivel básico de galego de la EOI de Vigo. De hecho, soberbia a un lado, ya no sólo falo galego na intimidade, sino que podría mudar de idioma este blog, pero no lo haré por el mismo motivo por el que no escribo en valenciano. Y mientras seguimos con las inconcreciones laborales, toda noticia es poca cosa y mucho a la vez.


Pero ahora es tiempo de recopilar, porque han sido nueve meses de galego intensificado con muchas horas, algo de faena para casa y unos cuantos conceptos no siempre fáciles de entender. Empezar de casi cero no es fácil, aunque también es cierto que no me apunté a estudiar ruso (ejem, ejem). He compartido las tardes de los lunes y los martes (a veces los jueves) con tres profesores y varias decenas de compañeros que han ido desapareciendo paulatinamente. Unos porque se cansaron o porque tuvieron acontecimientos en sus vidas más complejos que la trama de Lost; otros, directamente, por la implacable ley de vida (porque sí, la edad media de mi clase llegó a ser de sesenta y muchos durante bastantes semanas).

Aún así, hasta la recta final llegamos seis personas, algo que le confería un halo entrañable a las sobremesas de los últimos dos meses: las entrañables velliñas revienta-clases de Ourense, una opositora madrileña embarcada en una historia de amor en Vigo, una señora de las de antes y un chico de humor verde y buen comer. Me acabaron cayendo bien, pero he de reconocer que estaban muy lejos de los parámetros en los que siempre me he movido por las EOI: nada de universitarios bohemios o lenguaraces hombres de negocios.

¿Y ahora? Es difícil, porque me aterra pensar que algún día dejaré de ser estudiante, de aprender. Seguramente por eso, y si todo va bien, me dispongo a anunciar que el año que viene empezaré con galego intermedio. Seguramente si lo acabo quitando (o sacando), me plantaré ahí, que me quedan muchas cosas por aprender. Porque de momento ya puedo coger el teléfono, discutir con una señora de O Salnés, compartir sobremesa y decir cosas bonitas al oído en galego. Y las lenguas sirven para eso, para ver el mundo con otros ojos, como diría alguien, y para sentirse un poco menos extraño.

En imagen, una página aleatoria de mi libro. Me suena esa ría, ¿alguien sabe de dónde?

Sin comentarios

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails