Yo deshago, tú deshaces

Publicado el lunes, 12 de abril de 2010

En Vigo sobreviven dos dinosaurios de la política gallega y española: Abel Caballero y Corina Porro. Son dos amables vendedores de humo que sobrepasan sin complejos el medio siglo de vida y que conocen sus rúas y cuestas casi mejor que los pliegues de su piel. Dos amantes del ruido, del postureo más prosaico, del tejemaneje patrio y, en definitiva, dos candidatos a cualquier trono. Dos rivales políticos, ella popular y él socialista, por los que sus partidos no daban un duro. Y aquí están, dirimiendo el destino de todo lo que se mueve a 8 grados al oeste de Greenwich, los eternos enemigos.


Reconozco que la primera vez que oí hablar de Corina Porro me hizo cierta gracia. No en vano, Eloy más de una vez me contó que fue la conselleira de Asuntos Sociais que impulsó el llamado Plan de Galicia sobre drogas, un premonitorio cometido. Ferrolana de nacimiento, hasta los 42 años no sintió la necesidad de meterse en política, pues total no se vivía mal en el hospital vigués en el que trabajaba. Pero ya se sabe: comienzas de concelleira, continúas de directora xeral, llegas a conselleira y a la que te quieres dar cuenta eres la primera alcaldesa de Vigo y renunciando a tu acta de senadora a favor de Don Manuel. Tras perder la alcaldía en 2007, Porro acabó en la Autoridad Portuaria de Vigo, que tampoco está nada mal. Y allí puede demostrar porque es la Ana Obregón de Vigo o, cómo más de uno ha confesado en secreto, la mujer de mayor edad con la que estaría dispuesto a tener una aventura.

Abel Caballero es de la quinta de Felipe González y, queda claro, fue uno de sus ministros de confianza. En señal de gratitud, González le regaló un retiro dorado en Bruselas, con tiempo suficiente para viajar por Europa, recuperar sus años de docente universitario y diluirse en alguna comisión irrelevante. Pero no. Protagonizó en 1997 la candidatura del PSdeG que peores resultados ha conseguido en la historia de la democracia y se aferró a un sueño: ser alcalde de Vigo. Para ello se catapultó con la Autoridad Portuaria de Vigo (interesante institución, como algún día contaré) y arrebató a Porro el cetro en 2007, con la ayuda del BNG. Los corrillos de café de la ciudad comentan que su sobrino, una de las grandes promesas del socialismo gallego, está harto de permanecer a la sombra de su tío; es cuestión de tiempo que se tensen las comidas navideñas en casa de los Caballero.

En cualquier caso, Caballero y Porro, Porro y Caballero son de esos políticos trasnochados y populistas que adoras o detestas. Y ahora Vigo no se dirime entre quién de los dos fue mejor alcalde, sino quién de los dos tenía las plantas más verdes y las aceras más nuevas. Me gusta.

En imagen, varios contenedores en superficie de papel, envases y vidrio se superponen a otros bajo tierra. Una bonita metáfora para entender la política viguesa: los contenedores soterrados fueron construidos por Porro, mientras que los de superficie corresponden a Caballero. Por supuesto, el bueno de Abel precintó los de Corina nada más llegar a la alcaldía, diciendo que eran peligrosos y poco útiles.

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