De ladrones teenagers ferrolanos y otras historias a su manera

Publicado el martes, 20 de abril de 2010

Esta historia arranca con una recomendación de esas que aceptas demasiado pronto, un día cualquiera. "Es una noticia de Ferrol, seguro que te interesa". Está claro, si es de Ferrol, claro que me interesa. En el fondo, también podría aceptar Ferrolterra como otra más de mis múltiples nacionalidades adquiridas desde que llegué.

Una hoja de periódico cruza rauda por las mesas y llega hasta mí. Contiene una noticia de El Correo Gallego. Y leo un titular que me abofetea con más fiereza que una manada de señoras bailando los politonos en un programa de Telecinco: Ladrones 'teenagers': un menor roba con su pandilla en casa de su novia. Frunzo el ceño, levanto la cabeza pidiendo una explicación y, finalmente, le ofrezco una oportunidad. Leo:
Como en el cine de Chabrol, la flor del mal crecía entre estos adolescentes.
Respiro y vuelvo a repasar. ¿Acabo de encontrarme una referencia al cineasta de la Nouvelle Vague y escritor de Cahiers du cinéma, Claude Chabrol? ¿En una noticia de sucesos? Sigo.
Teenagers, Lolitas y Peterpanes de Ferrol se dejaban llevar por pasiones más monetarias que amorosas, rozando apenas la mayoría de edad. En esta historia de obsesiones sentimentales y materiales, todo empezó con una caja fuerte. Un menor de edad la descubrió en casa de su novia y decidió robarla junto a sus compinches. Pero sólo dos salieron trasquilados: los autores materiales del robo, otra pareja de novietes al estilo Bonnie and Clyde. Terminaron detenidos por robo con fuerza.
Cuando me quiero dar cuenta, no puedo parar, algo me ha enganchado a esa dichosa crónica de sucesos como nunca me había pasado. No sé si me gusta o me horroriza, pero me da completamente igual, no quiero averiguarlo. Porque alguien que puede unir en un mismo párrafo Bonnie and Clyde y teenagers, bien merece un aplauso.

Los días se suceden y el ritmo no baja. La periodista se recrea en hechos cotidianos o historias oscuras, no importa, ella consigue que lo acaben siendo. Y tratándose de Ferrol, claro está, no puede faltar el guiño a la estatua de Franco, en otro artículo memorable:
Cual verdoso caballo de Troya, de los hornos de Bazán surgió hace 42 años un hito al gigantismo: siete toneladas de peso y seis metros de altura para representar a un pequeño general. Durante casi medio siglo, la obra de Collaut-Varela ha figurado como fetiche bizarro de los turistas en Ferrol: bienvenida extravagante en la plaza de España, y vestigio nostálgico los últimos siete años en el Arsenal Militar.
Tenéis más, y puede que mejores, aquí o en Google:
Amanece un día lluvioso y gris en Ferrol, con un viento de esos que hielan la sangre. Una historia corriente, como las que pasan en todos los lugares está a punto de convertirse en una crónica que, sin duda, dará que hablar unos 180 kilómetros más al sur.

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