Viceversa

Publicado el lunes, 16 de marzo de 2009

Sé que si alguien lee esta entrada desde Aldaia (poble artista i faener, bressol del palmito*), me ganaré una mayúscula bronca. La persona de la que hablo, seguramente, nunca hubiera concedido el más mínimo grado de benevolencia al tema que ahora trataré...o tal vez sí.


El caso es que odio y adoro a Pau Donés. Son dos sentimientos contrapuestos que, por esencia parecen venir de lugares distintos, pero por experiencia proceden del mismo lado: la no indiferencia. Todo esto viene motivado por la salida del nuevo disco del artista catalán y su grupo, aprovechando viejas canciones para hacer versiones. Como proyecto es una idea interesante y novedosa a estas escalas, similar a la que utilizan la mayor parte de los músicos valencianos: la creación de una discográfica. En cuanto al concepto y formato, se distribuye con El País a 10€, en un pequeño audio-libro con mucha información y explicaciones.

Pero volviendo a su música, que es el eje de esta entrada, debo decir que me desconcierta. Me llegó a encandilar con su flaca, pero lo llegué a odiar mucho. Culpa de ello la tuvo un profesor que quiso leer demasiado entrelíneas una de sus canciones. Cuando Pau, en esencia, es sencillez. Y durante un tiempo (ocho años, puede ser), lo tuve guardado en el armario. Repudiaba sus canciones, sus entrevistas y hasta ese halo de artista creador al más puro estilo Walter Benjamin (estimados periodistas valencianos, recuerden pronunciar correctamente este nombre).

Justo hace 3 semanas, en el coche y con Cristina de copiloto, me abordó la nueva versión de La flaca. Para variar sentencié: esto es un clásico, Pau, y los clásicos no se pueden tocar...qué falta de imaginación. A la semana, hice algo impensable: comprar el disco, que salía ese mismo día con El País. Y, ante mi incredulidad, lo consumí con voracidad. Y Cristina no lo entendió. Pero me gustó, me reencontré con el Pau de la sencillez, el que escribe a las palabras y el que cree que la vida se escribe trazo a trazo.

En imagen, una muestra más de cómo las personas cambiamos, afortunadamente. Y, lo mejor de todo, podemos llegar a ser muy irracionales, muy incomprensibles, muy contradictorios. Y viceversa. Tomada una de las últimas tardes de invierno en el Parque de Santa Margarita en A Coruña.

* Esta frase se encuentra a la entrada de Aldaia y viene a decir: "pueblo artista y trabajador, cuna del abanico". Por supuesto, un alaquasero de pro como yo, no puede más que dudar de estas tres afirmaciones...

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