El cambio (in)esperado

Publicado el lunes, 2 de marzo de 2009

Hace un rato estaba escuchando Los desayunos de TVE y un periodista de La Voz de Galicia hablaba de que los resultados de las elecciones gallegas de ayer "se venían venir". Me hizo gracia esta frase, especialmente cuando su diario, así como el resto de los medios, no había pronosticado una victoria del PP y menos con 39 escaños. Se suponía que se mantendrían las tendencias y los diversos escándalos de cada partido anularían los del resto. Pero no.

Encontrar una explicación a esta situación es difícil. De hecho, hay quien dice que es por culpa de la crisis y, posiblemente, motivos no le faltan. Las encuestas (las mismas que fallaron) daban una holgada victoria del bipartito de haberse celebrado las elecciones en noviembre. Pero fue una apuesta personal de Touriño y Zapatero mantener las fechas, aun sabiendo qué podía significar.

Incluso algunos se empeñan en trazar perspectivas estatales a estas elecciones que, huelga decir, son gallegas. Me refiero a los escándalos diversos de todos los partidos y a la situación socioeconómica general. Incluso algunos valientes se empeñan en decir que es un buen termómetro para medir a Zapatero/Rajoy. No sé, no sé...

También se escucha que existe un descontento entre el votante progresista o indeciso, que se ha desencantado tras cuatro años en los que se esperaban cambios más evidentes. Muy razonable. Las expectativas de las anteriores elecciones, con la gestión del Prestige de fondo y la inercia de Zapatero, eran muy elevadas. Un gran número de votantes, tanto jóvenes como indecisos, creyeron que era necesario un cambio. Cuatro años después, volvieron a creerlo. Y pongo el acento en que es la segunda vez que le pasa esto al PSG. Algo habrá que revisar para encontrar una explicación a por qué no pueden retener el voto y aprovechar el balance de cuatro años de gobierno.

En este sentido ha habido un gran desgaste del perfil de centro-izquierda del PSG y nacionalista del BNG. Es lo que siempre pasa con los partidos, que existe un porcentaje de fricción que no tolera las coaliciones. O no a cualquier precio y para siempre. Y si a eso le unimos el numerito de feria de determinadas asociaciones, pues da la impresión de que en Galicia se vivía en una tiranía nacionalista (gallega).

Y precisamente ese cambio no ha llegado de la Galicia rural y envejecida. Ha sido posible gracias, contrapronóstico, al Eje Atlántico y las grandes ciudades. Muy significativo. Es decir, no han decidido las personas mayores, las aldeas, los emigrantes. No, ha sido la Galicia de a pie, la que vive en mi finca y trabaja en la industria o servicios.

No se debe olvidar la sangría de votos por cuestiones locales. En Pontevedra, por promesas incumplidas con la empresa papelera que tienen en la ría; en A Coruña, tal vez por la nula implicación del ex alcalde socialista Paco Vázquez en la campaña (al que, muy pronto, le dedicaré una entrada). Y así en el resto de ciudades.

Es por ello una victoria imprevista, pero muy justificada. Y digo justificada con todos los reparos del mundo, porque los motivos, a posteriori, son fáciles de encontrar. En cualquier caso, es lo que ha decidido una amplia mayoría de los gallegos y así debe ser. Aquí acaba mis entradas sobre el seguimiento de las elecciones gallegas y, en el mejor de los casos, seguiré en los comentarios.

En imagen, el futuro presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, fotografiado en un panel durante la campaña electoral. Cabe decir que la foto es justo del día después a Carnavales. Aquí, sobre todo, guasa.

1 comentario

Comentarios

Anónimo dijo...

¿E por que este político recórdame tanto a alguén que ía connosco a clase?
:S
(més o menys)

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