Días de Blu-Tack y cajas

Publicado el miércoles, 4 de agosto de 2010

Me gusta el Blu-Tack, porque en el fondo es como mi vida desde hace dos años: se adapta a todo, se despega sin dificultades y no tiene miedo a los equilibrios imposibles. A veces me asusta pensar que las personas se parecen tanto o tan poco a una masilla elástica, pero estos símiles funcionan. Sin ir más lejos, durante un tiempo indeterminado estoy descubriendo que tengo habilidades para un itinerario que, irónicamente, pensaba que había descartado hace siete años. C'est la vie.


Filosofía a un lado, la semana pasada dejé mi madriguera en la calle Barcelona, a 125 metros sobre el nivel del mar. Un sitio en el que he vivido bien y en el que he tenido un número selecto de huéspedes. No fue fácil, pero despegué el Blu-Tack que sujetaba mi vida y accesorios y los metí en una decena de cajas y bultos varios cargados en dos coches. Por supuesto, con la inestimable e imprescindible ayuda y organización de tres grandes amigos. Y así hasta la nueva guarida, de la que ya contaré cosas.

El caso es que espero que, como el gran Jack Lemmon en la película que homenajea el título de este post, consiga curarme de mis adicciones. Como, por ejemplo, la de sujetar todo con un material tan maleable, tan temporal. Empezar a construir algo nuestro. Sí, sí, tuyo y mío.

Unos trozos de Blu-Tack sobreviven en la pared, anhelando el viejo recuerdo de las fotos y vivencias que sujetaban. Pero saben que pronto tendrán nuevas experiencias, nuevas ideas, nuevas paredes.

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