Una extraña coincidencia que no deja de ser un guiño

Publicado el miércoles, 6 de enero de 2010

Hay temas complicados en el mundo y, mención aparte, temas muy complicados. De los segundos, el fútbol es uno de ellos, uno de esos asuntos en los que hieres sensibilidades a la velocidad de la luz. Que si dices noséqué malo del Sevilla, aparece un sevillista; si dices algo bueno, uno del Betis. Si rajas a Cristiano Ronaldo, ya te sale el merengue de turno y, si te pones en el otro extremo, ya está el del Barça o del Atlético. Y así, con todos los equipos imaginables. Tal vez por eso, a mí esto del fútbol me resbala bastante, no tengo equipo definido y sólo me pongo la chaqueta del que me interesa cuando me interesa.


En Vigo lo del fútbol es un drama. Su equipo, el Celta, jugó la Champions, fue el primer equipo gallego en llegar a primera (y el que más temporadas ha jugado en esta competición) y llegó a codearse con los grandes, detrás del Barça y el Real Madrid. El otro día jugaban aquí los Mazinho, Mostovoi, Karpin (metido ahora a promotor inmobiliario en la ciudad), Juanfran, Michel Salgado, Makelele, Jordi Cruyff, Gustavo López, Juan Sánchez (el "Romario de Aldaia")...El caso es que hoy en día el Celta es uno equipo de segunda y gracias, ahogado por una deuda de casi 100 millones de euros (que mejor no decir a quién se la debe, ¿no?), con un proyecto deportivo muy poco definido y que se deshace de sus jóvenes promesas.

Con este panorama, las posibilidades de ver jugar en Vigo un equipo valenciano de cierta entidad eran nulas. Vale, que en segunda tenemos al Levante, Castelló, Elx, Hércules y Villarreal B; pero no es lo mismo. Pero un bombo caprichoso quiso que el Villarreal acabara disputando por aquí los octavos de final. Una extraña coincidencia que no deja de ser un guiño. Y yo marqué la fecha en el calendario. Ya ves, uno no es muy aficionado al fútbol, pero hay ciertas cosas que te llaman la atención. Además, ya puedo decir que he visto a los dos equipos gallegos, además contra el Villarreal.

Y allí que me fui al estadio, junto a 9.400 y pico celtiñas más, claro. Con este panorama, al Villarreal no se le ocurre otra cosa más que marcar al cuarto de hora, cuando mejor estaba jugando el Celta; y, yo, por supuesto con cara de póquer. Alegría contenida, cual japonés. Pero el Celta jugaba mejor y era cuestión de tiempo que llegara el empate. Y así fue, al filo del descanso llegó el tanto celeste. [Queridos lectores, hago un pequeño inciso: qué fácil es el periodismo deportivo, tan sólo tienes que hilar tópicos y más tópicos. Un tópico, una frase; media docena de tópicos, un párrafo; quince tópicos, una noticia.] La segunda parte, pues frío, juego tosco y yo poniéndome la capucha, amarilla para más datos. Y unas cuantas protestas al árbitro, como es normal. Al final, ligera ventaja del Villarreal, que deja encarrilada la eliminatoria y aleja de Balaidos los equipos de primera división, de momento.

En imagen, algunos de los titulares del Villarreal calientan antes de comenzar el partido, con las gradas todavía medio vacías. Imágenes como ésta me demuestran que siempre hay casualidades que consiguen alegrar hasta las tardes más extrañas.

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