Bateas de doble sentido

Publicado el miércoles, 27 de enero de 2010

Cuando llegué a Vigo me llamó especialmente la atención una especie de troncos hilados, milimétricamente colocados e inquietantemente desconocidos. Plagaban la ría. Se llamaban bateas y, poco observador, por las Rías Altas no tuve la ocasión de descubrirlas (no creo recordar que las haya en la ría del Burgo, en la de Betanzos, en la de Ares, ni en la de Ferrol); ignorante de la vida, en Valencia no teníamos de eso.


Afortunadamente, no hay ignorancia que Google no cure (bien sirve para buscar qué es una batea o también por qué todas las chicas publican al unísono un color en su estado de Facebook). Y allí que descubrí que se tratan de interesantes construcciones para dejar crecer ostras, mejillones o vieiras.

O lo que se quede pegando a aquellas cuerdas. Y, sí, estoy hablando de droga. Porque Galicia ha sido considerada en las últimas décadas como una de las grandes puertas de entrada en Europa de los estupefacientes de contrabando. Pero todo a su debido tiempo, que hoy toca hablar de moluscos. Así que, cuando comáis un mejillón con el sello de Galicia Calidade, tal vez venga de las bateas de la ría de Vigo. Seguramente tendrá una historia interesante que contaros.

En imagen, unas relajantes filas de bateas frente al bonito pueblo pesquero de Moaña. El verano pasado descubrieron que ganaban más dinero, atraían a más gente y trabajaban menos si organizaban excursiones a las bateas. A ver quién reconvierte ahora a sus rudos mariñeiros en guías turísticos...

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