La música como excusa evolutiva

Publicado el sábado, 3 de julio de 2010

Allá por el '93 mi padre se compró una mini-cadena musical Pioneer con reproductor de CD. Sus amigos más nostálgicos le decían que estaba tirando el dinero, porque el vinilo siempre sonaría mejor y el cassette sería más fácil de copiar y transportar. Mi padre era un avanzado a su época, mientras yo me dedicaba a grabar en un cassette las canciones de la radio. Era una verdadera prueba de esfuerzo pasarse horas y horas para grabar una canción sin la interrupción de turno de Fernandisco o Tony Aguilar. La mitad de las veces no sabías cómo se llamaba la canción, pero te gustaba y la querías.


A principios del 2000, le puso un loro maqueón con cargador de CD a su Laguna, cuando la mayor parte de los coches sólo ofrecían una ranura algo menos estrecha. Mi padre seguía siendo algo avanzado a su época, mientras yo me dedicaba a bajar canciones de Napster. Más tarde Audiogalaxy, Kazaa, Emule y Ares. Todavía recuerdo la velocidad de vértigo a la que se bajaban aquellas canciones, 5 kb/s. Cuando tenías todo descargado, copiabas a un CD.

A mediados de esta década, mi padre le puso radio CD al Ford Fiesta que de aquéllas tenía mi madre. Había cerrado el círculo del CD, expulsando para siempre al cassette de nuestras vidas. Se había afanado en comprar versiones en compacto y remasterizadas de cassettes que ya tenía, casi todos de Camilo Sesto. Incluso trapicheaba con copias de dudosa procedencia. Mi padre empezaba a no ser tan avanzado, pero al menos no se aferraba a formatos nostálgicos, mientras yo hablaba de descarga directa y Youtube. Incluso de reproductores portátiles de mp3, con suerte, de 128 Mb.

Hace nada que llegó Spotify y los discos que compro ni los desprecinto. Acepto sugerencias al momento, cotilleo en las listas y creo propias. Me dejo guiar por sus recomendaciones y me vuelvo tozudo cuando leo "¿no quiso decir...?". Estiro de la cuerda y accedo a grabaciones que ni existen en la vida real. Me burlo de su publicidad. Le dejo cinco segundos de música a Shazam y me dice el nombre de todas esas canciones que grababa de la radio y nunca supe cómo se llamaban. La subo a Facebook y alguien la reproduce. Y mi padre sigue con sus CD.

Todos nos hacemos mayores y nos aferramos a lo que conocemos. Me pregunto si siempre estaré dispuesto a adaptarme o llegará el momento en que decida que el mundo gira demasiado deprisa. Se avecinan tiempos de cambio, pero aquí estoy, dispuesto a reinventarme.

En imagen, escuches como escuches la música, la moda retro amenaza con repescar todos aquellos objetos aparatosos de los ochenta. Tendré que buscar mi walkman...

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