Cómprame, he dicho, ¡cómprame!

Publicado el sábado, 19 de diciembre de 2009

Me gusta la Navidad, porque está todo tan revestido de purpurina y serpentinas que te olvidas de algunas miserias. De hecho, a mí me gusta tanto la Navidad que trato de celebrarla todo el año (y he aquí la explicación a por qué nunca me enfado de verdad, porque si me parase a ver las miserias de mi vida, tendría para escribir tres libros y dejarme caer un par de veces por un programa de famosos). "¿Te podrás quejar?", dirán algunos; pues sí, como todos, aunque siempre habrá mucha más gente en peores situaciones. Y de ahí que intente vivir en el lado positivo, que todo es demasiado complicado como para vivir amargado.


El caso es que me encanta la Navidad porque todo el mundo intenta comprarte vilmente: se saldan cuentas morales, se reciben regalos de postureo y se trata de parecer más magnánimo de lo que se es. Tal es así que este año no me correspondía caja en el trabajo, una lástima. Pero afortunadamente cuento con algunos compañeros especialmente sensibles que, de sus propias cajas, ¡han conseguido completar una! Las palabras textuales fueron: "para nosotros eres tan de Caixanova como el que más, aquí tienes tu cesta". De verdad que éste ha sido uno de los mejores gestos que han tenido hacia mí desde que llegué aquí.

Estoy en contacto casi todos los meses con una chica portuguesa que se llama Dayana, encargada de comunicación de Cálem, una bodega portuguesa integrada en un holding de Caixanova. Hemos trabajado en algunos proyectos juntos y siempre me ha facilitado hasta la última coma de la información que le he pedido. Aún así, me ha enviado un estuche con un maravilloso vino de Porto de 1980. Ahora ya sólo estoy esperando una buena excusa para celebrarlo.

Por si fuera poco, la otra mañana se acercó por el departamento un artista local. Tuvo el detalle de regalarnos a todos los compañeros, sin hacer distinción de categoría, un bonito grabado numerado de su última colección. ¿Precio? Suficiente como para pagarme unos cuantos caprichos. ¿Valor? Incalculable que haya personas que te traten tan bien por escribir una nota de prensa, echarle una mano en un momento complicado o brindarle una sonrisa.

Me entero también que han sobornado a Toni con un Ipod Nano, gentileza de la Diputación de Alicante. Y, bien, aunque tiene su gracia el regalito de Ripoll, yo me sigo quedando con mi grabado. Con suerte algún día podré enmarcarlo y colgarlo de las paredes de un piso con un gusto estético más elevado. Y sonreiré pensando que, entre toda la ola de cinismo que envuelve esto de los regalos navideños, siempre hay pequeñas excepciones.

En imagen, un rincón que utilizo bien poco de mi casa, la mesa grande. Sobre ella, dos regalos que también esperan otros tiempos.

Sin comentarios

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails