Cuando el mar deja de ser elitista

Publicado el domingo, 4 de octubre de 2009

Me acuerdo que en los primeros pasos del camino para que Valencia fuera designada ciudad organizadora de la 32nd America's Cup, no entendía muy bien por qué narices queríamos acoger una celebración futbolística de América. Sumido en mi ignorancia, no sabía yo que se trataba de una centenaria competición de vela. Casi tan prestigiosa como elitista. La historia me agradó y me desagradó soberanamente: por un lado me parecía una buena manera de acercar a los valencianos su mar y, por otro, me parecía una aberración meter tanto dinero en un pasatiempo para ricos. Al final, el tiempo me dio la razón y la America's Cup sirvió para tres cosas:

  • Atraer durante unos días a elitistas navegantes (todavía recuerdo cuando puse un pie en la tienda de Prada y me pidieron -en italiano, eso sí- 90€ por una bolsa de plástico).
  • Subirle el ego desmesuradamente a los políticos y demás miembros de la servidumbre mediática.
  • Remodelar la fachada marítima de Valencia y especular con ella.
Pero fue todo una obra estética, muy en la línea de lo que nos gusta a los valencianos. Porque, otra cosa no, pero aparentar, el que faça falta. Muchos nos acercamos al puerto a ver qué era aquello, pero ya está: un día y nunca más volvimos porque nadie se esforzó en enseñarnos, en atraernos realmente. Y todo este amor repentino por la vela, como vino, se fue con la copa de las 100 Guineas a Ras el Jaima. Y lo de navegar quedó para cinco grupos: los mercantes, los pescadores, los escasos amantes de la vela latina, los ricos con yate y los que se van a Mallorca.

Aquí en Galicia la historia no tiene nada que ver. Por estos lares tenemos cerca de la mitad de días de sol que Valencia, un océano más bravo y menor renta per capita. Pero eso no es problema. Porque existe algo que se llama voluntad. Por ejemplo, tanto Caixanova como Caixa Galicia tienen escuelas de vela sufragadas por su obra social, dirigidas a fomentar el deporte base. Así, por no mucho más de lo que se paga por jugar a fútbol, tu hijo puede aprender a navegar. Un deporte como otro cualquiera y sin etiquetas de elitismo.

Y eso sin hablar del deporte profesional. Sólo dos datos: existe un campeonato de traineras en el que históricamente únicamente han participado grupos vascos y cántabros; hasta quellegaron los gallegos de Cangas y Moaña. Y eso sin olvidar la gran tradición de los C y los K, con David Cal de baluarte (no en vano, con cuatro es el gallego con más medallas olímpicas).

Y sí, es cierto que tener un yate como éste que estuvo el otro día en Sada sigue siendo una cosa elitista. Incluso contar con un amarre en el centro de la ciudad te puede salir por un dineral (para que luego se pegue fuego el barco, por cierto). Pero no es tan raro tener un bote, una lancha o una zodiac. Algo no demasiado difícil de transportar o amarrar y que, en un momento dado, te permita dar una vuelta por la ría o bordeando el litoral.

En imagen, dos embarcaciones coinciden en la ría de Vigo, con Moaña al fondo. Imágenes como ésta me recuerdan que las etiquetas son tan fáciles de arrancar y poner...

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