Adaptación natural

Publicado el martes, 2 de junio de 2009

Gestión de la incertidumbre. En los últimos días no hago más que hablar de la incertidumbre. De cómo los que vivimos al sur de los Pirineos somos de los que más aversión tenemos al "qué pasará", del mundo. De cómo, cuestiones tan aparentementes enraizadas y características acaban por explicar verdades como puños. Como, por ejemplo, la falta de iniciativa en el I+D+i, el poco empuje empresarial o el amor platónico a los funcionarios y su trabajo, nos lastran sobremanera. Son cuestiones nada baladí y que explican por qué va a costar salir de esta crisis por estos lares. Que hagan otros, ¿verdad?

Me sorprende descubrir cómo se adaptan nuestros vecinos australes a los cambios. Los ikeos y nokios saben desde el primer momento de su vida que mañana todo va a ser diferente. Y lo tienen asumido. Aquí, por contra, necesitamos saber qué pasará de en quince minutos. Plan, plan, plan. Y parece mentira, que los que vivimos en la improvisación somos nosotros, ¿verdad?

Pues debe de ser que me estoy haciendo un poco noruego o algo así. No por su porte, ni por su afición a beber como kosacos. No. Más bien porque estamos en junio y no sé nada de dónde andaré en un mes. Lo único que sé ahora mismo es que, la última contraorden, es que empezaré el seis de julio a trabajar de verdad en Caixanova. Sí, al final me quedo sin verano por Valencia y sin posibilidad de desconectar y asentar todo lo que llevo aprendido desde octubre. Y no sólo gracias al MBA. Ahora estoy metido en la siempre ingrata tarea de encontrar un piso en Vigo y, también, de adivinar qué será de mí...

El caso es que se me plantea una amenaza-oportunidad: "oye, que igual os destruimos vuestros perfiles y os tenéis que adaptar a otro". Lo que se traduce en que, quién sabe, en cinco semanas igual me envían a tesorería, análisis de riesgos o servicios jurídicos. Me contaron el caso de una chica que -en otra situación- entró en Caixanova para ser directora de oficina y tenía miedo a los cambios y apego a su casa. Durante dos años la tuvieron de una sucursal a otra. De una comunidad a otra. De un puesto a otro. Y acabaron creando una persona adaptada a los cambios. Un aviso, por si las moscas, "me encanta la tesorería, el análisis de riesgos o los servicios jurídicos y detesto la comunicación, el marketing y los recursos humanos". Imaginaos que funciona...

En imagen, una huella delata mi paso por la playa de Orzán, en A Coruña. Nada más tomar la foto me giré, seguí caminando y volví la vista atrás un par de veces; a la segunda, ya nadie diría que yo estuve allí. Imágenes como ésta me hacen reflexionar sobre el paso del tiempo, de las experiencias, de los hechos y, sobre todo, de las personas.

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