Distinta sensibilidad

Publicado el miércoles, 20 de mayo de 2009

Somos diferentes, bueno, ¿y qué? Esto lo tengo escuchado tantas veces, en tantos contextos, que mi cabeza no para de darle vueltas. La verdad es que adoro la diversidad y me sigue fascinando cada vez que alguien me demuestra que no sé nada. Cuando, de repende, abren una a escletxa en algo que ya creía verdad infinita. Y, lejos de avergonzarme, me siento orgulloso.

Este rollo viene a cuento de una experiencia algo traumática que tuve hace unos cuantos días en Caixanova. Digamos que un ingeniero de procesos vino a darnos clase. Muy formalito, cuadrado y ensimismado en algo llamado TOC. Durante diez horas se empeñó en decir cosas como: "siempre hay que contratar menos personas de las necesarias", "nunca prever, sólo actuar cuando es realmente necesario" o "las gilipolleces esa de recursos humanos y marketing son muy bonitas, pero en el mundo real sólo sirve tener el mejor precio". Y sin quitarle del todo la razón, que no digo que no la pueda llegar a tener muy matizadamente y en cierta medida, el buen hombre se empeñó en cerrarse en banda. Y por ahí sí que no paso.

Me da pena la gente que se cree que lo sabe todo, que no aprendió a utilizar la frase "no pienso como tú, pero puedo estar de acuerdo en..." o, simplemente, admitir que las cosas no son matemáticas (y sólo él cree tener la ecuación). Lástima; porque algún día descubrirán que se acabó y sólo pueden escribir palabras con 3 letras. El resto, tenemos un abecedario repleto de sensaciones.

En imagen, algo que me llamó poderosamente la atención. Hace algunos meses me visitaron Maria y Yeray. Diluvió y granizó como nunca he vuelto a ver por aquí. Y, mientras ya corría a cobijarme en cualquier lugar del granizo, un equipo de fútbol seguía jugando. Imágenes como ésta me demuestran que el trabajo es en equipo o, directamente, no es.

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