Una ministra ¿inapropiada?

Publicado el miércoles, 8 de abril de 2009

Aquellos que me conocen saben que no soy un conservador en términos políticos, precisamente. Suelo estar, por lo menos, del lado de los que se plantean las cosas unas cuantas veces antes de juzgar, provengan de donde provengan. Éste es uno de los motivos por los que no tengo carnet de ningún partido, ni de casi ninguna asociación. Admiro personas y hechos, pero en un momento puntual. No me pidan que sea fiel, porque de eso sólo entiendo con mi novia y mis amigos.

El caso es que hoy Zapatero ha renovado su ejecutivo, tan sólo un año después de su reelección. La excusa, la misma que todos utilizan desde hace unos meses: la crisis. Comprensible, por otra parte, porque las condiciones han cambiado, por lo menos. El caso es que, más allá de la simpatía que me produzcan los nuevos-veteranos ministros y la oportunidad perdida de aligerar ministerios, hay un nombramiento que me llama la atención, el de Ángeles González-Sinde como ministra de Cultura. No pondré el pie en terreno político, lo prometo.

Veamos, esta señora es la actual presidenta de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España. Un cargo al que llegó hace algo más de dos años y en el que ha marcado una pauta: en el cine español las cosas se están haciendo bien e Internet tiene la culpa de todo. Claramente ha apostado por cargar contra todo lo que tiene que ver con el P2P y las descargas. Y esto, por supuesto, ha hecho que todo Internet haya clamado contra ella, incluso antes de prometer su cargo.

Se trata, pues, de una mala jugada política y un guiño al decepcionado y fiel lobby del cine. Soy un férreo defensor del cine, pero no de la mayor parte del cine que se rueda en este estado. Odio el cine encasillado en el que está sumida esta industria por estas tierras desde hace unas cuantas décadas y ese exceso de ombliguismo, por llamarlo así. Tampoco me gusta la ley del cine y, sobre todo, los métodos de financiación que establece, en los que sangra a la televisión y sobrefinancia proyectos sin un mercado cultural (ojo, que no económico).

¿Qué nos espera? Pues persecución y aplicación del modelo francés de tres avisos. Y, quién sabe, focalización de los recursos en el cine. Y, me temo, que confrontación. Ya no por cómo lo haga, sino porque la gente estará especialmente sensible. Y, lo siento, pero yo no puedo estar de acuerdo con un modelo de negocio que se quiere encadenar al pasado, a considerar Internet como un enemigo y no como un aliado. Porque, señora ministra, yo he ejercido de periodista y mis noticias se podían leer gratuitamente en la web. ¿Magia? No, estudio de necesidades y adaptación a la demanda, buscando canales de financiación alternativos. Tal vez mejor nos hubiera ido si hubiéramos pensado en una ministra apta para la segunda década del siglo XXI...

En imagen, uno de los banners que ya pululan por Internet, en contra de la nueva ministra. De los grupos de Facebook y los comentarios de Twitter mejor no hablamos.

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