Después de unos cuantos días fustigándome sobre la mala suerte que estamos teniendo este verano con las lluvias, los escasos días de playa y las noches con nórdico, uno acaba por razonar. Y el momento fue ayer, metido en el tren nosécuántas horas, entre verde y más verde, uno acaba por sacar conclusiones. Precipitadas y acientíficas, si se quiere, pero esenciales: si todo está tan verde es porque llueve. Y si siempre está todo tan verde es porque no resulta extraño que llueva. Y dejando de lado las particularidades del clima oceánico que nos acaricia por estos lares, la lluvia no parece ser un hecho aislado. Así que, nos guste o no, me empeñe o no, aquí llueve también en verano.