Mientras todavía me pregunto si Kosovo es una zona de Europa esdrújula o llana (algo sobre lo que nunca se pondrán de acuerdo los lingüistas), contemplo mi calle. Rúa Barcelona en Vigo, para más señas. Un cartel impulsado por Zapatero lo anunciaba cuando llegué aquella tarde de junio: "humanización del entorno de la calle Barcelona". Curioso nombre para remozar las aceras, cambiar el alumbrado, instalar nuevo mobiliario urbano, realizar canalizaciones y dar una capa de asfalto fonoabsorbente. Pero queridos lectores, todo eso tiene un precio. Concretamente que desaparezca todo rastro urbano y reaparezcan los caminos de cabras que algún día fueron estas calles. Otro día recordadme que hable sobre la necesidad o no de la humanización...