Vocaciones y profesiones

Publicado el domingo, 4 de marzo de 2012

Hay quien trabaja de dependiente en un gran grupo textil, de contable en una pequeña empresa o de gestor en una entidad financiera. Son puestos grises con los que, veinte o treinta años atrás, no se hubiera identificado ningún niño de babero. Cuando se pinta con Plastidecor, la pretenciosa pregunta "qué quieres ser de mayor" casi siempre acaba en una sarta de tópicos que van fluctuando según le antoje a la actualidad: futbolista, cantante, actor, torero o concursante de Mujeres y hombres y viceversa. Los hay que desde pequeños son seres vocacionales, inducidos o no por sus padres: médicos, arquitectos, abogados, científicos o periodistas, la lista tampoco es mucho más extensa.

Yo fui un niño raro, pues quería ser conductor del camión de la basura. Me fascinaba el ritual de la recogida de desechos, el casi hipnótico movimiento de mecanismos o la sencilla solución a un tema tan trascendental. Poesía urbana. La aventura me duró poco, pues luego quise ser paleontólogo, tal vez movido por el boom de Jurassic Park. Y porque soy muy curioso. Más tarde médico. Luego publicista. Y, en el momento crucial, periodista. Seguramente defraudaré a alguien, pero no siempre quise ser periodista, aunque no por ello sienta que no es algo vocacional.

Seamos realistas, el periodismo es una profesión con dos problemas conectados: nosotros nos creemos más importantes de lo que somos y el resto del mundo nos considera menos imprescindibles de lo que debería. Son las dos caras de una misma moneda que acaba conduciendo a la precariedad y que siempre estrella nuestro halo de romanticismo contra el suelo.

Últimamente hemos tenido dos severos varapalos, en un contexto casi decadente de la prensa convencional y al calor de la burbuja de los medios online. La casi bajada de la persiana de Público y el enmudecimiento político impuesto en Aldaia Ràdio me duelen especialmente. En Público, además de un gran amigo, tenía un medio de referencia. Dejando a un lado su marcada ideología, me encantaba su forma de enfocar la realidad, de jugar con el diseño, de tratar la ciencia y de experimentar con los corsés de las columnas impresas.

El cese de las emisiones de Aldaia Ràdio es una muestra más del desprecio que la clase política siente por la libertad informativa. El cambio de color político en la localidad ha dado al traste con diez años de autoconstrucción colectiva, de conocimiento local y de participación ciudadana. La envidia de la comarca y una tabla de salvación en la decadente deriva de los medios valencianos. Yo formé parte de diversos proyectos: un programa con un espíritu crítico innegable, una tertulia nocturna y un magazine ligero de sobremesa; y, aunque se acabaron, siempre tuve la sensación de que la puerta seguía abierta. Debuté en las ondas allí y, cuando me enteré de la noticia, sentí que me habían robado una parte de mi vida. Afortunadamente, lo que no saben los nuevos inquilinos del ayuntamiento de Aldaia es que los que se creen que pueden silenciar a los medios acaban condenados al ostracismo y se revuelven cuando retornan los colores a las ondas. Y así será.

En imagen, el antiguo logo de Aldaia Ràdio. Una pegatina con él acompañó todas mis carpetas universitarias, hace tanto y tan poco.

1 comentario

Comentarios

Anónimo dijo...

Tot fent una ullada de diumenge (dilluns de Sant Vicent, millor dit) al teu bloc, he tornat a topar amb aquest post que ja fa un temps vaig llegir. Pensava que ja te l'havia comentat, però veig que se m'oblidaria. Ho faig ara, doncs.

Així és, Aldaia Ràdio és part viva de la nostra vida. Encara dese en cd's tots els programes i, de vegades, escoltar-los em posa els pèls de punta. Érem molt joves però férem molt bon treball (bo, en uns programes més que en altres).

Trobe que el tancament de l'emissora els passarà factura. De moment, ja hi ha hagut protestes al carrer i crítiques per part de periodistes d'arreu del territori. Els col·lesctius festers del poble, el mercat, les associacions... també han posat molt mala cara perquè era un mitjà que els servia per difondre tota la seua activitat.

És una llàstima, sí. Veurem si algun dia es reprèn, però sembla que el govern actual d'Aldaia no és massa amic de la comunicació local i la lliure expressió dels veïns.

A reveure, company!

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails