Tenemos una cita III

Publicado el domingo, 25 de marzo de 2012

Decir que A rush of blood to the head es el disco con más alegrías por minuto de Coldplay es casi una obviedad. Canción tras canción tienes la sensación de que los ingleses se recrearon para regalarnos uno de los mejores largos de la década. Tu mente ordena con contundencia a tu dedo que se agarrote, que se aleje del botón "pause" y se encandile dibujando ondas en el aire. Un ejercicio de papiroflexia para aficionados con un buen puñado de dobleces que, de manera conjunta, dan un resultado increíble con el que podrías perder toda una tarde haciendo avioncitos de papel. 

"The scientist" arranca en la cuarta posición del disco, una viva muestra del nivel del largo. Muchos grupos a esas alturas ya han exprimido toda la creatividad que les han brindado los estupefacientes o los compositores de la discográfica. Pero no, Chris Martin y los suyos nos seducen con otra canción tejida a base de puntadas mágicas, repleta de silencios y de un piano, ese imprescindible piano. Es un videoclip, que exprime a la perfección el desconcierto, el desorden premeditado. Es una hermosa declaración de amor, como la yema de un dedo deslizándose por una espalda.

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