Voy por Oporto

Publicado el martes, 7 de diciembre de 2010

Ciertamente llevamos unos cuantos días en los que todos somos un poco expertos en aviación comercial: podemos entender el drama de perder un slot, miramos al cielo y vemos espacio aéreo, localizamos vuelos con códigos poco intuitivos y ya casi escribimos con naturalidad la almohadilla de #controladores. Las más de 24 horas que transcurrieron entre la tarde del viernes y la del sábado nos han marcado a los que cogemos aviones con cierta frecuencia, al menos durante algún tiempo.


Particularmente mi respuesta más sencilla a la pregunta de moda es que odio a los controladores. No sin quitarles algo de razón en sus reivindicaciones, me siguen pareciendo un colectivo caprichoso, consentido, anquilosado en el pasado y ajeno a la que está cayendo. Me pareció una irresponsabilidad su abuso de poder y una bajeza moral el poco compromiso que demuestran con su trabajo. He leído la opinión de algunos de ellos en varios blogs y casi me dan pena. Pero no, las cifras cantan y la sensiblería de "nos hacen parecer los malos" me repugna.Y es que los controladores no son los únicos malos de la película, pero sí los más egoístas. ¿O nos parecería razonable que el colectivo médico protestara dejando los hospitales sin atención?


Pero retornando al asunto del caos de los controladores, lo que pocos saben es que todo empezó en Santiago. Desde hacía un par de semanas se venían produciendo cierres del espacio aéreo gallego por las protestas de estos profesionales. ¿La excusa? La misma: demasiadas horas, mucha responsabilidad y, de manera subyacente, un grito por recuperar los privilegios de los que gozaban hasta la primavera pasada.


Esta huelga ha sido la puntilla definitiva para los que vivimos en Galicia y estamos hartos de aeropuertos pequeños, con malas frecuencias, billetes caros y sin equipos técnicos que permitan operar con condiciones meteorológicas adversas día sí, día también. La salida natural en avión desde el sur de Galicia, aunque me duela, es Sa Carneiro en Oporto, que cuenta con un aeródromo moderno, seguro y con una amplia oferta de Ryanair. Y todo ello a poco más de cien kilómetros del desierto aéreo en el que Xunta y alcaldes han convertido Galicia. Luego nos preguntaremos qué hacemos mal para que todos los aeropuertos gallegos sumen cuatro millones de pasajeros y, Oporto solito, vaya a rozar los cinco millones con tasas de crecimiento del 20%.


En imagen, un Boing 737-800 de Ryanair despega de Sa Carneiro el día de mi vigésimo cumpleaños. Ni duda cabe de que aquel momento Oporto me sonaba exótico. Por supuesto, créditos a su autor.

Sin comentarios

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails