julio 2013

Hundir la flota

Publicado el viernes, 12 de julio de 2013

A veces sucede que la economía es un juego de mesa con inesperados participantes y reglas completamente arbitrarias. "En mi casa se juega así", que diría Piedrahita. Una lucha de egos de personas acomplejadas que buscan la victoria fácil. El comisario de Competencia de la UE, Joaquín Almunia, es de esos jugadores que guardan un par de ases en la manga. Mejor, es de esos que se levantan, miran descaradamente las cartas de su contrincante y juegan a su antojo.

El naval gallego está en pie de guerra desde hace unos meses por el llamado "tax lease", una especie de exenciones fiscales concedidas entre que conseguían inyectar una buena dosis de competitividad a la construcción de buques en Ferrol y Vigo, frente a los astilleros extracomunitarios. Dichas ayudas, que por cierto también nutrieron sin complejos a los diques secos de Francia y Holanda, son ilegales a juicio del comisario Almunia. La devolución de estos millones de euros es lo que tiene en pie de guerra a miles de empleados del naval. Después de ver volar tuercas del tamaño de un puño años atrás en pleno centro de Vigo, os aseguro que pocas bromas se pueden tener con los compañeiros do metal.

Almunia se excusa en el clásico "esto ya estaba roto cuando yo llegué", aludiendo a la falta de competitividad de los astilleros gallegos (y, por extensión, vascos y asturianos). Podría ser, especialmente cuando la competencia es un grupo de niños singapurenses que sueldan chapa 16 horas al día. Pero en cualquier caso, las ayudas fueron avaladas por el Estado español y es de suponer que cumplían cierta legalidad vigente. Otro debate es sí tenemos que subvencionar sectores ineficientes, pero no seré yo quien inicie esa discusión.

Sea como fuere, el resultado de este Hundir la flota particular es bien sencillo: devolver las ayudas supone la destrucción inmediata de los 80.000 puestos de los 17 astilleros privados, que bajarán la persiana independientemente de su carga de trabajo actual y futura. Y aunque las ayudas no deben ser directamente devueltas por éstos, sino por armadores y entidades financieras, subsidiariamente sí tendrán que hacer frente al requerimiento de Bruselas.

El desenlace ya está más que cantado y pasa por una reconversión forzosa del corazón económico de Ferrolterra y de uno de los pulmones (venido a menos, es cierto) de Vigo. Habrá despidos, cierres, confrontación y puede que algún acuerdo. No nos olvidemos que los partidos mayoritarios critican abiertamente la decisión del comisario Almunia. Un cargo europeo, por cierto, que ya está detrás de las millonarias quitas a las subordinadas y preferentes de Novagalicia. Haciendo amigos por aquí.

En imagen, el exterior del Astillero Hijos de Barreras en Vigo, sin producción desde hace unos meses. Imágenes como ésta demuestran la crudeza con la que la crisis azota a muchos trabajadores de sectores que hasta no hace mucho se consideraban estratégicos.

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