julio 2012

Un verano perezoso (más)

Publicado el sábado, 14 de julio de 2012

Mi última y lejana entrada hablaba de la música bajo el diluvio, un punto de arranque premonitorio de mi reencuentro con este espacio casi abandonado. Y es que hay pocas cosas tan tradicionales en este blog como la recurrente queja cuando el verano no arranca, revolotea perezoso entre las sábanas de la primavera (o el otoño) y deja caer implacable su mano sobre el despertador, aún cuando ya estamos en julio. Pasó en 2009 y en 2011. Y tengo la certeza de que en un futuro enlazaré esta entrada también.

Llámalo "cambio climático", llámalo "la vida es así aquí" o llámalo "verano a la inglesa", no tiene importancia. Pero resígnate a coger chaqueta y paraguas día sí, día también desde abril. Tras el invierno más seco desde que se tienen registros, por aquí la sensación de estío es una remembranza difusa o un espejismo grapado en tu muro de Facebook por amigos muy mediterráneos. Un jarro de agua fría que te cae cada vez que contemplas que aún no has quitado la manta de la cama o que desafías al mundo con unos pantalones cortos.

Predicen que pronto llegará el verano, que pasaremos calor, que las tardes darán para ir a la playa y los fines de semana las terrazas se alargarán hasta que se ponga el sol. Incluso que el paraguas se esconderá unas semanas, que buscaré el bañador entre la ropa de temporada y que disimularé este blanco nuclear que me acompaña. Con un poco de suerte tendremos una estación calurosa tardía que coqueteará abiertamente con septiembre y octubre y, la vida es así, esbozaré una pequeña sonrisa por todos aquellos que alejamos los días de asueto del bullicio de julio y agosto.

En imagen, una ventana salpicada por la lluvia protege de un día de julio gris y con temperaturas más propias de finales de octubre. Tarde de sofá y manta a la espera de tiempos mejores.

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