diciembre 2011

Nosaltres, els valencians

Publicado el viernes, 2 de diciembre de 2011

"Ya sabes cómo son estos valencianos", le dijo un lisboeta a un ourensano. Ambos, que por cierto trabajan en Vigo y cuyos padres ni siquiera son de Galicia, iniciaron con complicidad una conversación en la que yo era la forma más rápida de romper el hielo. Dos personas viajadas y sagaces cuya opinión general sobre el pueblo valenciano arrojaba más sombras que luces.

Esto es así: uno es de Aranda de Duero y nadie duda de su calado moral; uno es de Oviedo y me quito el sombrero; uno es de Mérida y le felicito. En cambio, uno dice que es de Alicante y está fastidiado. Desde que resido en Galicia, noto que esto pasa con mucha frecuencia. Para todos los que siempre habéis vivido al calor de la terreta, de Vinaròs a Torrevella y de Xàbia a Utiel; lo que digo os sonará a ruso, pero es bien cierto: los valencianos tenemos muy mala fama.

Supongo que el hecho de llevar por aquí tres años hace que las lenguas de las personas que conozco se relajen. El proceso es siempre el mismo cuando digo que no nací aquí y sigue cuatro estadios bien marcados, que avanzan con mayor o menor rapidez según la confianza:
  • Indagación: "¡Ah! ¿Eres de Valencia?".
  • Admiración: "Estuve en Valencia hace X años y me encantó cómo quedó la Ciudad de las Artes, ¡cuánto ha mejorado Valencia!".
  • Contención: "La verdad es que en Valencia habéis abusado mucho de la construcción y cuando fui vi a gente por la calle sin camiseta". 
  • Confesión: "No pareces valenciano. Todos los valencianos parecen salidos de la Ruta del bakalao, amantes del tuning y votantes del PP".
Siempre me he sentido orgulloso de ser valenciano. No del estereotipo de valenciano discotequero o del promotor inmobiliario sin escrúpulos, que a estas alturas de la jugada ya no sé si es mayoritario o minoritario. Al final, el magnífico ensayo de Joan Fuster titulado Nosaltres, els valencians, nos da la respuesta. Los valencianos en conjunto somos una sociedad dual que, dejando a un lado los problemas identitarios que arrastramos como pueblo, nos hace únicos. Capaces de aupar al PP a una mayoría absoluta amplísima y de recorrer el mundo con Obrint Pas en el iPod. Muy nuestros, vamos.

En imagen, unas naranjas  hacen equilibrios antes de convertirse en el primer zumo de la temporada, previsto para mañana. Imágenes como ésta nos recuerdan que también hay cosas buenas por el Levante feliz.

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